(El relato de este cuento, que bordea la frontera con el chiste, podéis verlo también en la entrada 2407 del 28/10/23. Si aquí
se repite es por formar parte del paquete recuperado de GENTE DE TRIANA.
Érase que se era un girasol rebelde. Que por qué le llamo
rebelde? Pues porque lo era: en lugar de seguir el curso del sol por el cielo
durante el día, él giraba su cara al revés, de oeste a este. Así que todos los
girasoles movían sus pétalos mirando siempre al sol hasta que se ponía en el
horizonte, menos nuestro amigo que lo hacía justo al revés. Y claro, se le
notaba cantidad. (Si te fijabas.)
Hasta que un día el agricultor que los
cuidaba se percató. Y alucinó… Llamó a otros agricultores para que lo vieran y
todos se quedaban boquiabiertos; algunos incluso se rascaban la cabeza.
A los otros girasoles no les
gustaba que se hiciera distinguir con su rareza y le hacían el vacío cuanto podían.
Llegaron científicos de muchos
lugares, biólogos, agrícolas, estudiosos de la biodiversidad, y decidieron
investigar el fenómeno con calma dedicándole todo el tiempo necesario. Para
ello lo trasplantaron a una maceta (de ensayos) y lo llevaron a un laboratorio
con todos los instrumentos adecuados, incluyendo papel y bolígrafos para
anotar los avances en la investigación. Allí lo sometieron a todo tipo de pruebas hasta que al
fin lograron domesticarlo para que hiciera los giros como mandan los cánones de
los girasoles, o sea, como “actos reflejos condicionados”.
(A los compañeros de nuestro héroe no les gustaba que se hiciera
notar con su ausencia pero lo echaban de menos, aunque lo disimulaban cuento
podían.)
Y llegó el día en que lo
trasplantaron desde la maceta (de ensayos), esta vez a su lugar de origen, donde
realizaría sus giros correctos como es costumbre entre los girasoles. Y fijaos
lo que son las cosas: esta vez sus compañeros lo rechazaron de nuevo porque
interpretaron que su nueva conducta se debía a querer hacerse notar.
Y aquí termina la historia? Nooo! que tiene su
epílogo. Y es que, después, las personas comedoras de pipas de nuestro girasol
acabaron todas sufriendo de tortícolis.
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