Érase que se
era un girasol rebelde. Que por qué le llamo rebelde? Pues porque lo era: en lugar
de seguir el curso del sol por el cielo durante el día, él giraba su cara al revés,
de oeste a este. Así que todos los girasoles movían sus pétalos(*) mirando siempre
al sol hasta que se ponía en el horizonte, menos nuestro amigo que lo hacía
justo al revés. Y claro, se le notaba cantidad. (Si te fijabas.)
Hasta que un día el agricultor que los
cuidaba se percató. Y alucinó… Llamó a otros agricultores para que lo vieran y
todos se quedaban boquiabiertos; algunos incluso se rascaban la cabeza.
A los compañeros de nuestro héroe no
les gustaba que se hiciera notar con su rareza y le hacían el vacío cuanto
podían.
Llegaron científicos de muchos lugares,
biólogos, agrícolas, estudiosos de la biodiversidad, y decidieron investigar el
fenómeno con calma dedicándole todo el tiempo necesario. Para ello lo
trasplantaron a una maceta (de ensayos) y lo llevaron a un laboratorio con
todos los instrumentos necesarios, incluyendo papel y bolígrafos para anotar
los resultados. Allí lo sometieron a todo tipo de pruebas hasta que al fin lograron
domesticarlo para que hiciera los giros como mandan los cánones de los
girasoles, o sea, como “actos reflejos condicionados”.
A los compañeros de nuestro héroe no
les gustaba que se hiciera notar con su ausencia pero lo echaban de menos,
aunque lo disimulaban cuento podían.
Y llegó el día en que lo trasplantaron
desde la maceta (de ensayos), esta vez a su lugar de origen, donde realizaría
sus giros correctos como es costumbre entre los girasoles. Y fijaos lo que son las cosas: esta vez sus
compañeros lo rechazaron de nuevo porque interpretaron que su nueva conducta se
debía a querer hacerse notar.
Y aquí termina la historia? Nooo! que tiene
su epílogo. Y es que, después, las personas comedoras de pipas de nuestro girasol
acabaron todas sufriendo de tortícolis.
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(*) A los pétalos del girasol
se les atribuyen beneficios a nivel hepático y cardiocirculatorio y poseen
cierta acción antiséptica y antiinflamatoria.
https://elpais.com/ciencia/2023-11-01/como-los-girasoles-siguen-al-sol-dia-a-dia.html
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