En estas fechas de reclusión paralizada las tvs recurren a material de archivo que reponen sin pudor, pues saben que todos lo entendemos. Esto me permite acudir a este recurso. Y así repongo un par de entradas (o tres) que ya habréis olvidado, supongo, y que me disculparéis. Ahí van:
1. (1446, S 4/11/2017) Izquierda/derecha
2. (1445, V 3/11/17) Qué fue antes? el huevo
o la gallina?
3. (1444, J 2/11/17) La muerte como origen de la vida
1446 (S 04/11/17) La izquierda siniestra
No es la
primera vez que tocamos este tema, pero me han pedido que lo repita y aquí va.
Los términos
izquierda y derecha han quedado obsoletos después de la caída del muro de
Berlín. La dicotomía entre la política que atiende a los más necesitados y la
que protege los intereses de la minoría privilegiada ha cedido el paso a la
distinción entre progresistas y conservadores, persiguiendo ambos aparentemente
el interés de todos, pues ambos buscan el mayor número de votos, y discutiendo
pocos la conveniencia de la propiedad de los medios de producción, marcando la
diferencia el interés por una economía de mercado sin paliativos o la
intervención pública en aras de una más justa redistribución de la riqueza.
Es curiosa la
aversión por lo “siniestro”, que proviene del hecho de que todo lo
perteneciente a la antigua diosa (que residía en el Tár-tar-o, al oeste del oeste, a la izquierda de la izquierda)
fuera anatematizado por el nuevo orden patriarcal que se pronunció abiertamente
por la derecha (right en inglés es
tanto derecho, como legal, como correcto). Como ocurrió con el calendario solar
de doce meses que se impuso al lunar de trece meses, demonizándose el número 13
desde entonces, por “siniestro”, suponemos, pues los tiempos lunares eran
propios de tiempos anteriores, de las comunidades maternales.
Y así la
izquierda pasó a ser “siniestra” y de izquierda se tildó la actitud que se
inclinaba por los cambios, contra la derecha conservadora que prefería las
tradiciones seculares (siempre que no se remontaran más allá de los tiempos
patriarcales).
Debemos aclarar
que los nuevos calificativos de “progresista” y “conservador” (los dos se
precian de proclamarse centristas para atraer el máximo de votos electorales)
son tan correctos el uno como el otro: el primero porque propugna cambios
(mejoras) y el segundo porque se aferra a lo que tiene (señal de que tiene algo
que conservar, entre otros los valores, lo que le hará defender con más calor
lo que posee, entre otros su territorio patrio). Los dos son, pues, pues tan
correctos y aceptables como incluso necesarios.
Se propone un
ejercicio mental, puede llamarse test, con términos (valores) en dos columnas,
la izquierda de las cuales identifica al “progresista” mientras que la derecha
retrata al “conservador”.
Izquierda Derecha
Libertad Orden
laicismo Dios
redistribución de la riqueza economía de mercado
impuestos redistributivos herencia
servicios públicos servicios
“públicos” privados
educación pública educación
privilegiada
sistema de salud pública sistema de salud privada
dudas dogma
duda metódica (autocrítica) mentira
cambios conservación
de lo conocido
comunidad familia
nuclear
feminismo familia
y matrimonio (Sra.de)
amor libre monogamia
humor cínico ejercicio
del poder
diálogo intolerancia
diversidad uniformidad
la mezcla la
raza
integración xenofobia
internacionalismo nacionalismos
atenciones sociales populismo
justicia venganza
reinserción del criminal pena de muerte
solidaridad mercantilismo
ecología acumular
riqueza
afectos a Diónisos devotos
de Apolo
(añadan
ad libitum…)
Un joven
conservador resulta tan extraño como un anciano progresista. No se sorprendan
si, creyéndose de una ideología determinada, su conducta se comporta en alguna
otra dirección. Algunos podrán quedar decepcionados si, al atribuirse los
distintos conceptos de las dos columnas, resulta que en la realidad adoptan una
“actitud” distinta de la que suelen utilizar como etiqueta.
Por último no
se trata de adscribirse a la columna que sea por completo, sino que podemos
ser, y somos, más o menos progresistas o conservadores sin que ello nos impida
aceptar ciertos valores que están en la columna a la que no creemos pertenecer.
Nadie es 100% progresista o conservador, ya que las notas o valores que se
consignan en cada columna son extremas y cada uno de nosotros estaremos más o
menos en medio. Se trata, pues, de valorar nuestras inclinaciones más que
exigirnos una pureza ideológica que no consideramos fuera recomendable. Por
ejemplo, nadie duda que el Orden y la Libertad son dos valores necesarios y,
más aún, que cada uno necesita del otro; pero de lo que se trata es de por cuál
de los dos nos inclinamos, lo que no significa que, optando por uno de los dos
como prioritario, reneguemos del otro. Por su naturaleza, el establishment preferirá
el Orden mientras que el individuo se inclinará por la Libertad. Y parecen
compatibles (tanto como necesarias) la redistribución social de la riqueza como
la economía de mercado, si a ésta segunda se le grava con los impuestos
suficientes para hacer posible la primera.
El test sólo
pretende ayudarnos a conocer cuán lejos o cerca estamos de cada uno de los
extremos.
En materia de
Servicios Públicos (como la educación, la sanidad, la justicia…) versus
su privatización, se puede apostar por los primeros y al mismo tiempo exigir su
gestión privada, lo que significa que el paciente pueda elegir el centro de
asistencia o atención (los cuales competirían entre sí) cuyos servicios en todo
caso serían pagados con fondos públicos.
Dado que el
Poder tiende al autoritarismo y a la uniformidad, la sociedad civil hará bien
manteniendo un ojo vigilante sobre la intensidad y extensión de su ejercicio.
1445 (V 03/11/17) Qué fue antes? El huevo
o la gallina?
La gente se sigue preguntando "¿qué es antes,
el huevo o la gallina?". Ya me pronuncié sobre este tema contestando una
respuesta sencilla a una pregunta elemental. Lo hice en la entrada 236 del
16/11/11. Reproduzco el texto:
Cuando
desde el púlpito un predicador declamaba a Teresa de Jesús "vivo sin vivir
en mí y tan alta vida espero que muero porque no muero" uno de los
asistentes levantó el brazo y gritó: ¡la gallina! Bueno, pues igual. Sólo que
en este caso hay que ser "creacionista" para levantar el brazo y
gritarlo. Los creacionistas (aún los hay en la época actual) son los que aseguran
que su dios creó al ser humano a su semejanza, todo entero, tal cual nos vemos,
un día que no recuerdo del año 4004
a.d.n. era. Lo llegaron a concretar hasta hace muy poco
(no sé si algunos siguen empecinados en ello ni tampoco si afirman que ya
hablábamos inglés). En EEUU son muchas las universidades que siguen vetando a
Darwin. Pero todos, escuchadme mis pequeños saltamontes, provenimos de un
germen, el primero de los cuales hace 5.000 millones de años pudo ser la
combinación del hidrógeno, o nitrógeno, con el aire y/o la luz, no me hagan
mucho caso, es sólo al "germen" a lo que me refiero. Así que
"¿qué fue antes, el huevo o la gallina?" no tiene otra respuesta que
"el huevo", vale?
Así
pues, cuando alguien os haga esta pregunta, consciente o inconscientemente está
admitiendo que la creación de los seres vivos fue realizada tal como los vemos
hoy por un dios creador, que por eso se llama creacionismo. En nuestros días,
después de Darwin, no cabe admitir tal disparate, que sólo se explica por su fe
en su religión. El huevo, pues, señoras y señores, es anterior a la gallina. Y
no al revés. Esto implica aceptar la evolución. Que es una evidencia.
1444 (J 02/11/17) La muerte como origen de
la vida
Por qué festejamos a todos los difuntos y a los santos? Según los católicos
hoy, el día 1, es de "Todos los Santos" y mañana, día 2, el de los
"Fieles Difuntos". Sin embargo Halloween, una fiesta para
dar culto o rendir homenaje a los muertos, se celebró la noche del 31 de
octubre, como Hallow eve, "Víspera de los Muertos",
lo que sitúa correctamente en el día 1 el día de los difuntos. Cuáles son
los orígenes de esta tradición? Insistiremos en lo que hemos venido diciendo
todos los años en estas mismas fechas. Su origen se remonta a los tiempos
en que la Muerte se celebraba como origen de lo vivo, y no como luego (y ahora)
en que vemos a la Muerte como el final de la Vida. La muerte era sagrada,
porque sagrado es y era todo lo que tenga que ver con la muerte. Pero ahora la
despaganizan, la colonializan, haciéndola "santa".
Que la Muerte era fecunda puede
comprobarse en el ritual del enterramiento, donde el cadáver-semilla es
inhumado para que pueda reproducirse en las siguientes generaciones como ocurre
en el ciclo anual del mundo vegetal. Ese es el sentido de las coronas de flores
en los cementerios. Ese es el sentido de las coronas que portaban los reyes
sagrados que iban a ser sacrificados. Ese es el sentido, el de sacrificarse por
sus pueblos, que explica las coronas de los reyes. El Ecce Homo representa el sacrificio saturnal del
chivo expiatorio coronado que será sacrificado por su pueblo. Que la Muerte
fuera proscrita en los siguientes tiempos patriarcales, con
enterramientos extra muros, lo demuestra la prohibición de morir,
ni siquiera enfermar, en la isla Delos donde nació el dios
"masculino" Apolo, hijo predilecto del nuevo dios-Padre (Zeus).
Es sabido que toda civilización sometida a
una nueva cultura verá satanizados sus dioses y valores ante los dioses y
valores de la nueva cultura dominante, la cual aprovechará en su beneficio los
mitos y rituales que en la cultura sometida se mostraron eficaces. Al menos en
lo que respecta a convocar multitudes. Así los dioses nativos se verán
sustituidos por los nuevos, pero manteniendo las viejas tradiciones; las
catedrales católicas se insertarán en el centro de las mezquitas conquistadas,
las romerías mantendrán sus fechas y rutas pero no el tradicional motivo de su
culto; la adoración al sol en su solsticio de invierno el 21-24 de diciembre
cederá su protagonismo como día del nacimiento del nuevo dios (solar), y hasta
Hipólito, cuyas fiestas eran celebradas a mediados de agosto, y que era
homosexual (daba culto a Artemisa en lugar de a Afrodita) -hijastro de Fedra
que rechaza a su madrastra quien lo calumnia y fuerza a su padre Teseo a
maldecirlo, lo que le lleva a morir a los pies de sus caballos-, se convertirá
en san Hipólito mártir muerto a los pies de unos caballos. Etc., etc., etc.
A Perséfone (diosa destructora,
representante de la muerte de la naturaleza en el invierno) se le rendía un
culto multitudinario en esta fecha del 1 de noviembre, comienzo del invierno en
el calendario antiguo, con fastos superiores a los que celebraban su retorno a
la tierra como diosa de la primavera cuando se regenera la naturaleza. Una
fiesta con tal raigambre y fuerza tenía que ser colonizada por los nuevos
dioses, pero no ya como fiesta de muertos sino como fiesta de Todos los Santos,
con los nuevos valores, y al no conseguirlo, por continuar los fieles
recordando a sus muertos en esta efemérides, la desplazaron al día siguiente
para en su lugar festejar a todos los santos. Sin percatarse, oh incultos
devotos del Padre de los dioses!, que los difuntos, sagrados, ya eran de por sí
santos, todos los santos.
El relato del mito es, en resumen, como
sigue: Deméter, diosa de la agricultura, busca afanosa, desesperadamente, a su
hija Perséfone (“la que lleva a la destrucción-muerte”, diosa de la Primavera,
Proserpina en Roma) que ha desaparecido en el invierno abducida por el dios Hades
en el Hades (dios del mundo ctónico, en el subsuelo de la Tierra). Al amenazar
Deméter con una hambruna sin fin por la ausencia de frutos y cosechas en la
Tierra si Hades no le devolvía a su hija, Hades y Deméter se sometieron al
juicio de Zeus: Perséfone cohabitaría con Hades en su mundo subterráneo los 6
meses de invierno, y viviría con Deméter en la superficie de la Tierra los
otros 6 meses desde la floración de la primavera.
El invierno comenzaba el 1 de noviembre y
en esta fecha se celebraba la Muerte de Perséfone, su encierro en el mundo del
Hades, con más solemnidad y afluencia que la de su resurgimiento en primavera.
Por qué? porque nuestros abuelos sabían que en el proceso de supervivencia del
ser humano lo más importante era la muerte como origen de la vida. Es la muerte
del cadáver-semilla la que hace posible, tras su enterramiento, su múltiple
reproducción en la próxima primavera. El eterno retorno. Así se entiende la
fuerza que perdura en el tiempo de la fiesta que exalta la muerte como
protagonista de nuestra vida, desde Mesopotamia a México, pasando por el Halloween en USA (All Hallows Evening, ya
cristianizado, mezclando –correctamente!– la muerte con lo sagrado, ahora
santificado).
Como la nueva cultura cristiana no podía
desarraigar una tradición secular de tanta fuerza, intentaron suplantarla con
otra fiesta, ya cristiana, la de Todos los Santos, para sustituir a la de Todos
los Muertos, ignorando que santo-sagrado es lo mismo que impuro, contagioso,
como todo lo que tiene que ver con la muerte. En efecto, santo y sagrado son lo
mismo, y no hay nada más sagrado que un difunto. Pero al ser desplazada al día
siguiente, cediendo su lugar a la fiesta de los Santos, resulta que la fiesta
del día 2 no es sino la versión cristiana de la misma fiesta, la pagana, cuya
celebración de la Muerte debería festejarse en el día anterior. Y los fieles
(paganos) confirman el sentido genuino de esta fiesta celebrando en estas
fechas a sus muertos y yendo a los cementerios que es lo suyo.
Llevan razón, pues, los mexicanos
celebrando la Muerte como se merece, y los norteamericanos haciendo chanza de
Ella en la Víspera de la Muerte (Hallow-eve:
víspera de Todos los Santos, o Muertos, que en principio era lo mismo) pues el miedo a morir es cultural, inducido por las
religiones monoteístas que lo hacen para intimidar y subyugar las conciencias
de sus fieles creyentes. La Muerte no merece ser temida.
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(*) La asociación, o analogía, del cadáver humano con la semilla
que soterrada en el invierno se ha de pudrir para renacer en nueva planta con
muchas más semillas en la siguiente primavera, es tan contundente como repetida
en las antiguas civilizaciones: en las paredes subterráneas de las tumbas de
los faraones egipcios abundan los motivos agrícolas, cereales, flores...; en la
mitología hitita son frecuentes los mitos en que la semilla ingerida evoluciona
hasta cobrar vida humana; Osiris no era el dios del maíz, no! él era el maíz;
el semen humano que fecunda el ovario para engendrar nuevas vidas se llama así,
semen, semilla; en nuestras tumbas colocamos flores para estimular la
regeneración de nuestra especie por medio de la inhumación de los cadáveres, el
soterramiento de la semilla, etc. etc. etc. Como remate valga la alegoría de la
muerte, amortajada con la sábana y empuñando la guadaña, lo cual es correcto,
ya que la hoz es una herramienta para la siega de las cosechas.