domingo, 11 de agosto de 2019

1901 (D 11/8/19) Mezclas en N. Y.


De todas las imágenes de William Klein reunidas en Manifiesto, la exposición que se puede ver estos días en la Fundación Telefónica Madrid en el marco de PHotoEspaña, hay una que recoge una de las señas de identidad más potentes de Nueva York, la de la mezcla. En ella aparecen cuatro personas de cuatro razas distintas, dos mujeres y dos hombres, atrapadas en el barullo de las calles, nos reporta José Andrés Rojo.
     Nueva York no es sólo Manhattan. Están también Queens, Long Island, Brooking, Bronx, Staten Island, Harlem... Recuerdo los vapores que exhalaban las bocas de las alcantarillas en las primeras horas de la mañana.
      El éxito económico que ha hecho de EE.UU la primera potencia tiene mucho que ver con la incorporación de tantos y diversos inmigrantes. Nueva York es el símbolo de la capacidad de América para devorarlo todo y para exprimir el talento que tenga cada cual, proceda de donde proceda. Donald Trump está en las antípodas: Estados Unidos es de unos cuantos, los WASPs (White, Anglo Saxon y Protestants) y los demás, ¡que regresen a casa! Es lo que les ha dicho hace poco a cuatro diputadas del Partido Demócrata (vide entrada 1883 del pasado 23/7/19). Frente a la riqueza de la mezcla, levanta muros para proteger la identidad de los que se creen más fuertes.
        Apolo y Dionisos son opuestos entre sí. Si Apolo gusta del orden, a Diónisos le complace más el caos; si el primero, dios del sol y de las artes, adora la belleza, el segundo, dios del teatro y la droga, se deleita en la mezcla y en la biodiversidad. Aunque en algo coinciden, ambos pertenecen a la LGTBI.
La serie que Klein dedicó a Nueva York lo hizo célebre. Recorría cada uno de sus rincones como una fiera hambrienta y atrapó una ciudad cargada de contradicciones, caótica, pletórica de vida, sacudida por el afán de correr hacia adelante arrastrando a todos hacia un futuro cargado de esperanzas (o de destrucción). Inmensos edificios, letreros de todo tipo, zonas abandonadas, mugre. Y también la luminosidad de los carteles, el descarado optimismo de las tiendas repletas de reclamos, los neones que celebran la vorágine del consumo. Su gran logro fue expresar como nadie el vértigo del movimiento Y su lección, la de haber buscado (y encontrado) a los individuos en el abigarramiento de la muchedumbre. Cada uno con su historia, cada uno con su soledad, todos iguales y cada uno distinto.
      N.Y. es un plató permanente de cine a cielo abierto. Spots publicitarios o largometrajes esparcen por sus calles cámaras profesionales con trípodes y plumas-micrófonos1893 de 4 ms para grabar los sonidos. Los figurantes son todos los viandantes que visten como quieren, algunos del modo más extravagante, y sorprenderse por ello te delataría como turista sin conocimientos.

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