jueves, 31 de enero de 2019

1711 (J 31/1/19) El exceso de feminismo se vuelve en contra de la causa

Me refiero al texto de Mary Beard, Leyenda de una estatua inquietante, elpais.com 27/1/19, que comentábamos ayer. Dice la catedrática  de Clásicas de Cambridge textualmente:
      “… lo atractivo que resultaba difuminar los límites entre el mármol dotado de vida y la carne realmente viva…, (se) pone de manifiesto hasta qué punto el arte puede actuar de coartada ante lo que fue –reconozcámoslo- una violación. No olvidemos que Afrodita nunca consintió.”
     A qué se refiere la autora cuando dice que no consintió? dónde está la violación? Como decíamos ayer, Mary Beard nos ahorra especular sobre el posible deseo libidinoso de Práxiteles al dar supuesto que allí hubo violación. Mucho me temo que esta autora, como a muchos que predican un feminismo con excesos, se le hacen los dedos huéspedes con este tema. Si quieren interpretar con más acierto y hondura lo que esta imagen representa, léanse la entrada de ayer y quédense tan frescos como una lechuga en el congelador.
     El obligado movimiento pendular de este espinoso tema que ha estado arrumbado tanto tiempo, es natural que se exceda por el extremo contrario. Pero si es penoso que los micromachismos sean inevitables durante todavía bastante tiempo, también lo es que se pasen de rosca los/las feministas exagerando los términos o viendo lo que no hay. Lo cual no refuerza lo que se pretende sino todo lo contrario, lo debilita.
      Y eso lleva a barbaridades como la que me dicen que ha hecho la DGA, el Gobierno de Aragón, que ha convocado unas plazas en Función Pública reservando unas para minusválidos (esto todos lo entendemos y aceptamos de buen grado), otras para transexuales, otras para mujeres maltratadas…, pero bueno! os lo podéis creer? alguna asociación feminista, que proteste! Flaco favor se le hace a la causa con este tipo de excesos feministas, o de igualdad de géneros, identificando a quienes todavía sufren rechazos atávicos en nuestra sociedad, estigmatizándolos y ofreciéndolos como dianas a lanzadores de insultos, o de piedras y tomates.

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