miércoles, 30 de enero de 2019

1710 (X 30/1/19) Pigmalión y Galatea / Praxíteles y Afrodita

Ya conocemos al personaje de este mito, el escultor Pigmalión, de Chipre (de la espuma del mar -esperma de Urano- en una playa de Chipre nació la diosa Afrodita) quien al terminar de esculpir su estatua, a la que llamó Galatea, se enamoró de su obra. Tanto que le pidió a la diosa Afrodita que le diera vida a la escultura para poder unirse a ella. (Vide la entrada 999 del 29/12/14, La eterna juventud: jotajotaparalosamigos.blogspot.com: 999 (L 29/12/14) La eterna juventud (jotajota-jotajotaparalosamigos.blogspot.com)

     Nada extraño si sabemos que incluso en época cristiana, cuando los próceres romanos sacaban en procesión las imágenes de sus antepasados, lo hacían convencidos de que procesionaban a sus mismos ancestros encarnados en sus representaciones. Todavía en tribus africanas se niegan a ser fotografiados por temor a que sus imágenes (con las que se confunden ellos mismos) puedan ser dañadas por quienes las posean. El afán de los “famosos” por salir en la tele podría así interpretarse como un afán de ser poseídos por la audiencia.
     Así que Pigmalión no pedía nada extraño, sino tan sólo que sus convicciones (en este caso wishful thinking) pudieran materializarse en la realidad. ¿No le gritó "habla!" Miguel Angel a su escultura de mármol, Moisés, mientras le daba un martillazo en la rodilla?
     Si Pigmalión pudo ver realizado su deseo de abrazar el cuerpo caliente de Galatea, Praxíteles debió sentir lo mismo en el año 330 a.d.n.e. con su Afrodita de Cnido, que esculpió en mármol y que para Mary Beard fue la primera estatua femenina desnuda (¿y las Venus de Willendorf de los años veintitantos mil a.d.n.e.?) con la que “el arte puede actuar de coartada ante lo que fue –reconozcámoslo- una violación”. Aparte de la osadía de calificarla como “la primera estatua”, la catedrática de Cambridge nos ahorra especular sobre el posible deseo libidinoso de Práxiteles al dar supuesto que allí hubo violación(*). Para rematarlo se atreve a asegurar que Afrodita nunca “consintió”, cuando no sólo lo hacía sino que inducía a sus amantes a conseguir la inmortalidad mediante la muerte consiguiente a su unión con la diosa. Valga el ejemplo de Anquises, padre de Eneas, que lo concibió de Afrodita de la que se enamoró, y quién no? aunque sabía que tras unirse a ella moriría.
     Si un artista enamorado de su obra le pedía a la diosa Afrodita que le infundiera vida para poder abrazarla, os imagináis a Praxíteles pidiendo a la misma Afrodita que se encarnara en su propia estatua? Y que lo hiciera acompañada del padre de los impúdicos sátiros, más como invocación que como estímulo innecesario.  
    El amor entre los griegos no tenía mucho que ver con el amor tal como lo entendemos y sentimos hoy. En realidad Eros era el dios del amor... y de la homosexualidad. Sobre todo de la homosexualidad. Que es donde los griegos ubicaban el amor apasionado. Llámese Safo de Lesbos o incluso Apolo cuyas aventuras con mujeres, mortales o diosas (Dafne, Marpesa, Leucótoe…), eran menores comparadas con sus arrebatos con Jacinto, Cipariso, Admeto…; o Zeus con Ganímedes, Dióniso con Prosimno, Posidón con Pélope, Aquiles con Patroclo…

      Afrodita realmente no fue diosa del Amor sino del Deseo. La compañía del dios Pan, padre de los libidinosos sátiros, en la ilustración adjunta, evidenciaría que en esta escultura se trata de un tema de sexo desenfrenado.
    Así que me atrevo a aventurar que Praxíteles deseó con arrebato a su Afrodita de Cnido. Y si la deseó, la poseyó.
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(*) Esta exageración del feminismo, de la igualdad de género o de la violencia machista, será objeto de comentarios en la entrada de mañana, jueves 31.

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