(Se trata de temas astronómicos y mitológicos. Astrólogos abstenerse)
En la entrada anterior nº 2068 del 3/5/2021 prometíamos comentar el número 12 de los trabajos de Heracles con motivo de la conjunción de los calendarios solar y lunar. Recogemos el texto de la entrada 2069.
Veamos el número 12.
Son numerosas las veces que nos encontramos
en los mitos con los números 12 y 50, tantas que evidencian que quieren decirnos
algo importante. Doce son los signos del zodíaco, doce los meses en que
dividimos el año, doce las horas del día y de la noche en los equinoccios,
doce los trabajos de Heracles, doce los hijos de Níobe en Tebas,
doce los dioses del Olimpo…
De qué se trata? Pues se trata, nada más
y nada menos, que del dios Sol, el dios primitivo más universal, desde el
egipcio Akhenatón (circa 1250 a.de C.) hasta el lejano oriente del sol naciente,
que discurre por el firmamento atravesando los doce signos del zodíaco a lo
largo de los doce meses solares del año, lo que nos permitió la osadía de medirlo,
y con ello dominarlo, al Sol!, al dios, al poder predecirlo, en sus días por
las horas, y en el año por las estaciones y los equinoccios y solsticios. Sobre
todo el solsticio de invierno que marca el nuevo ciclo anual, su re-nacimiento.
Cuando
los indoeuropeos patriarcales llegaron a Grecia como aqueos en el 2000 y como dorios
en el 1200, trajeron consigo los dioses masculinos, el hierro y el calendario solar,
por sólo citar tres ejemplos. En el Mediterráneo rendíamos culto a la diosa Madre,
de la Noche y del Subsuelo, donde regía el impreciso pero mágico calendario lunar.
El solar era mucho más preciso que el lunar, pero éste no era fácil de desarraigar.
(La medida “a tantas lunas” nos servía para informar de un recorrido en el
espacio tanto como en el tiempo.) Fueron duras las negociaciones con los
nativos pelasgos, como lo demuestra que el nuevo Consejo de los Doce del
Olimpo se compusiera de 6 varones y 6 féminas. Pero todas ellas quedaban supeditadas
a Zeus (luz diurna, lo contrapuesto a la diosa de la Noche), como hijas,
o hermana o esposa del dios “Padre”, padre de todos los dioses y de los hombres.
El dorio Heracles sería el encargado de colonizar la cultura y
tradiciones nativas imponiendo las nuevas estructuras olímpicas (masculinas)
sobre las maternales. Y es en este marco donde se encuadran y hay que
interpretar los doce (12) míticos trabajos que le encargaron.
Tres siglos tardó la aceptación y fusión entre las dos culturas, del 1.100 al 800, en que Grecia quedó a oscuras, tal como contaba el mito: “La noche de boda entre el roble (del norte) y la encina (del sur) duró trescientos años.”
Ya hemos dicho en algún otro lugar de este mismo blog que los nuevos
dioses (varones) para implantar su cultura indoeuropea dentro de la nativa
pelasga (maternal) tenían que adoptar la figura del tótem de cada localidad para
integrarse en la cultura mediterránea que iban a colonizar. Y así, en Esparta,
cuyo tótem era la oca (Penélope: rostro de oca), Zeus se hace cisne
para copular con Leda, la reina (sacerdotisa?), que pare un huevo del
que nace la semidivina Helena de Troya.(*)
El nuevo dios solar nace, como no podía ser de otra manera, el 25 de diciembre, solsticio/muerte-renacimiento del dios sol. ¿A quién puede extrañarle que sus apóstoles fueran doce?
Y ahora
llegamos al número 50, la mitad de 100, a medio camino entre los dos calendarios,
el solar y el lunar, en lo que sería un número fruto de la conjunción de ambos sistemas.
Los 29,5 días largos de cada fase lunar se
desfasaba 11 días del año solar, lo que resultaba en el mes 13 de la Luna, y
tardaba exactamente 100 fases lunares (8 años solares) para coincidir de nuevo
con las del sol. Y así fue como la Luna pasó a llamarse Hécate (la “Cien”),
asumiendo la mayor racionalidad y precisión del año solar. Y así es como sigue maldito
el nº 13 que está proscrito de los ascensores y plantas de hoteles en América del
Norte todavía.
Por
eso el año griego original constaba de 8 años solares. Pero como 8 años eran complejos
de manipular, se dividió en dos medios años de 50 fases lunares (o 4 años solares).
Por eso las Olimpiadas griegas que eran “anuales” se celebraban cada 4 años,
desde el 776 adne. Y así seguimos, como debe ser. Y así es como se explica que
sea tan frecuente en los mitos griegos la referencia al número 50, para
indicarnos que lo que se relata ocurría en tiempos ya del nuevo calendario
solar-lunar: 50 las hijas de Danaide, 50 los hijos de Heracles con las Danaides, 50 los que atacaron a
Teseo, 50 los hijos de Príamo, rey de Troya… Por cierto que cuando el profesor
de Clásicas en Sevilla reía la gracia de la capacidad de semental del rey de Troya
(50 hijos! qué barbaridad!), tenía en sus manos mis libros sobre los mitos
griegos, de lectura recomendada a los alumnos, pero que él parecía no haber llegado
a leer, donde podría haber aprendido que el número 50 situaba la guerra de Troya
en los tiempos del nuevo calendario, esto es, alrededor del año 1200, como en
efecto ocurrió.
_____________________
(*)
Hay un Zeus institucional que se une a Metis, Temis, Eurímone, Deméter,
Mnemósine, Leto, Hera…, y un Zeus zoomorfo
(colonizador) que se une como toro con Europa-vaca en Creta, como cisne con Leda en
Esparta, como castor (o ardilla) con la pléyade Maia en la Arcadia, como nube
con la vaca Io de Argos, como lluvia con Dánae también en Argos, o como águila con su
amante Ganímedes.
(Para
ampliar información ver texto de Ifrah, "Cifras...":)
(entrada
2066 de mi blog, sistema sexagesimal:)
(entrada
2068, Epifanía dionisíaca:) https://www.blogger.com/blog/post/edit/preview/6988511063076347682/2455234889523046965
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