sábado, 8 de mayo de 2021

2070 (S 8/5/2021) Curiosidades digitales

Hay quienes de los números han sacado hasta petróleo. Pitágoras, por ejemplo, tan respetado por Platón, hizo de ellos una mística que casi llegó a religión.
           
Hoy nos toca complementar el tema de los números sagrados con otras curiosidades digitales. Conviene advertir que el uso de los números era totalmente empírico por lo que las abstracciones que utilizaremos para comentarlos nosotros ahora no se compadecen con las prácticas de nuestros ancestros.

En la entrada anterior 
nº2066 mencionábamos el sistema sexagesimal (tan eficaz, o más, que el sistema decimal con el que trabajamos) con motivo de los husos horarios. Y a ello vamos. A asomarnos al sistema decimal y sexagesimal, no sin antes hacer un escarceo por los tres primeros dígitos, 1, 2 y 3.

        1, 2, 3… y 4. Con ellos basta. El 1 es filosófico, el individuo, yo. El 3 es “muchos”, más que 3 unidades, y así lo demuestran las raíces del mismo número tres, tropa, trop, troppo, tribu, tributo, tres (muy, en francés…) El 3, pues, representaba al colectivo, por contraposición del 1 individual. El nombre sumerio del número 3 era “es”, y aún mantenemos la “s” como sufijo para hacer el plural de las palabras. Así que 1, 2, 3…, y ya tenías bastante, para que querías más.

          Nos hemos saltado el 2 porque en principio no era un número con identidad propia, sino el contrapunto del 1. No existiría el concepto de largo si no fuera por el corto, ni el de guapo si no hubiera feos, etc.. Por eso todavía las lenguas eslavas, la griega, el alemán…, además del singular (1) y el plural (3 o más de 3), tienen el número dual, que no es singular ni plural, sino la perfección del 1 con su complemento-contrario. A partir del 3 entramos en la abstracción. Recordamos el experimento psicológico del cuervo que contaba hasta tres individuos esperándolos a que salieran del hangar donde guardaba su nido. Pero si se añadía un cuarto acompañante… entonces se confundía. Pues intentaba entrar en la nave sin que hubiera salido el último de los cuatro visitantes. Lo que a nuestro parecer confirma que con el 4 comienzan los números abstractos.

 

          Pero el número 3 es algo más. Es el número de la Diosa, y por tanto del mundo subterráneo, de la noche, en suma, de la muerte. Tres son las Gracias, las Cárites, las Musas, las Gorgonas, las Grises…, las horas, las estaciones… Cuando tengan que ampliar su número para cubrir nuevas necesidades, serán 9 (3 x 3). El posterior monoteísmo patriarcal se impondría para contradecir el politeísmo vigente con la diosa. Cuando Heracles abandona la nave Argos para descender a tierra y buscar a su efebo Hilas (secuestrado en Misia por las náyades de la fuente Pegea, sin dejar rastro), no dejará de llamarle a voces repitiendo tres veces sus gritos: Hilas! Hilaaas! Hilaaaaas!, lo que induce a pensar que intentaba sacarlo del Hades.

Por último, el signo del triángulo significaba la mujer para los sumerios, remedando su triángulo púbico que, en una brutal colonización de las tradiciones paganas, fue adoptado por la religión católica como símbolo de la Santísima Trinidad (femenina y de 3, restos colaterales de su colonización).

En cuanto al número 10, dedo es digitus en latín (y dáctilos en griego). Así que dígito es tanto cifra como dedo. Y es que aprendimos a contar con los dedos. El número 10 como base de cálculo lo teníamos muy cerca, en las manos (mejor dicho, en los dedos), y con ellos los chinos podían contar hasta 10.000 millones, así como os lo digo. Si además nos servían para cocinar, pintar, acariciar, fabricar tanto herramientas como cerámica…, qué tiene de extraño que les rindiéramos culto? Por eso formaban parte, junto con los curetes y los coribantes, del séquito de la diosa Madre. Los números, pues, (los dedos, más bien) pertenecían al mundo de la diosa. Con lo que ya tenemos el primer motivo para hablar de los dedos como algo sagrado. Y por eso pintaban manos en las cuevas (manos, no! eran los dedos!), para rendirles culto y pleitesía.

        Y en cuanto al nº 60, la base sexagesimal fue utilizada sólo por los sumerios (años 3000 al 2350) aunque sobrevive en medidas de tiempo (24 horas, 60 minutos, 60 segundos), de círculos (60 x 6 = 360º), geométricas (ángulos y arcos, un radio es un 1/6 del perímetro de la circunferencia), astronómicas… y hasta en los huevos y en las ostras (por docenas). Y ello por ser más cómoda y más eficaz que la base decimal, al tener la máxima utilidad por ser divisible por los números 1,2,3,4,5,6,10,12,15,20,30 (incluido, pues, el 4, por lo que la base 60 se impuso a la de 30.) Y encima coincidía con el resultado de multiplicar los 5 planetas conocidos por los 12 meses del año! Todo lo cual no significa que rechazaran el 10, cuyo sistema les servía como auxiliar del 60, al tiempo que respetaban los usos locales de los dedos, muy arraigados en todo el mundo. Pero es que, además, 60 es el mínimo común múltiplo de 10 x 12.

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No puedo dejar de recomendaros que leáis el libro de Georges Ifrah Historia Universal de las Cifras, una obra inigualable que debe ocupar un lugar permanente en vuestras bibliotecas, de 1996 páginas (edit. ESPASA) que incluye un glosario de números en 200 páginas, desde la 1.000 a la 1.188, y del cual podéis ver aquí (osadía imperdonable) un resumen de 12 páginas solamente, para abrir boca.
      Por ejemplo: el número palíndromo -capicúa- del indio Mahaviracharya en el año 850 adC.
12 = 1
112 = 121
1112= 12.321
1.1112 = 1.234.321
11.1112= 123.454.321
111.1112= 12.345.654.321
1.111.1112 = 1.234.567.654.321
11.111.1112= 123.456.787.654.321
111.111.1112 = 12.345.678.987.654.321

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