1, 2, 3… y 4. Con ellos basta. El 1 es filosófico, el
individuo, yo. El 3 es “muchos”, más que 3 unidades, y así lo demuestran las
raíces del mismo número tres, tropa, trop, troppo, tribu, tributo, tres (muy, en francés…) El 3, pues, representaba
al colectivo, por contraposición del 1 individual. El nombre sumerio del número
3 era “es”, y aún mantenemos la “s” como sufijo
para hacer el plural de las palabras. Así que 1, 2, 3…, y ya tenías bastante,
para que querías más.
Nos
hemos saltado el 2 porque en principio no era un número con identidad propia,
sino el contrapunto del 1. No existiría el concepto de largo si no fuera
por el corto, ni el de guapo si no hubiera feos, etc.. Por eso todavía
las lenguas eslavas, la griega, el alemán…, además del singular (1) y el plural
(3 o más de 3), tienen el número dual, que no es singular ni plural,
sino la perfección del 1 con su complemento-contrario. A partir del 3 entramos
en la abstracción. Recordamos el experimento psicológico del cuervo que contaba
hasta tres individuos esperándolos a que salieran del hangar donde guardaba su
nido. Pero si se añadía un cuarto acompañante… entonces se confundía. Pues
intentaba entrar en la nave sin que hubiera salido el último de los cuatro visitantes.
Lo que a nuestro parecer confirma que con el 4 comienzan los números abstractos.
Pero el número 3 es algo más. Es el número
de la Diosa, y por tanto del mundo subterráneo, de la noche, en suma, de la
muerte. Tres son las Gracias, las Cárites, las Musas, las Gorgonas, las Grises…,
las horas, las estaciones… Cuando tengan que ampliar su número para cubrir
nuevas necesidades, serán 9 (3 x 3). El posterior monoteísmo patriarcal se impondría
para contradecir el politeísmo vigente con la diosa. Cuando Heracles abandona la
nave Argos para descender a tierra y buscar a su efebo Hilas (secuestrado en
Misia por las náyades de la fuente Pegea, sin dejar rastro), no dejará de llamarle
a voces repitiendo tres veces sus
gritos: Hilas! Hilaaas! Hilaaaaas!, lo que induce a pensar que intentaba sacarlo
del Hades.
Por último, el signo del triángulo significaba la mujer para los sumerios, remedando su triángulo púbico que, en una brutal colonización de las tradiciones paganas, fue adoptado por la religión católica como símbolo de la Santísima Trinidad (femenina y de 3, restos colaterales de su colonización).
Y en cuanto al nº 60, la base sexagesimal fue utilizada sólo por los sumerios (años 3000 al 2350) aunque sobrevive en medidas de tiempo (24 horas, 60 minutos, 60 segundos), de círculos (60 x 6 = 360º), geométricas (ángulos y arcos, un radio es un 1/6 del perímetro de la circunferencia), astronómicas… y hasta en los huevos y en las ostras (por docenas). Y ello por ser más cómoda y más eficaz que la base decimal, al tener la máxima utilidad por ser divisible por los números 1,2,3,4,5,6,10,12,15,20,30 (incluido, pues, el 4, por lo que la base 60 se impuso a la de 30.) Y encima coincidía con el resultado de multiplicar los 5 planetas conocidos por los 12 meses del año! Todo lo cual no significa que rechazaran el 10, cuyo sistema les servía como auxiliar del 60, al tiempo que respetaban los usos locales de los dedos, muy arraigados en todo el mundo. Pero es que, además, 60 es el mínimo común múltiplo de 10 x 12.
_______________Por ejemplo: el número palíndromo -capicúa- del indio Mahaviracharya en el año 850 adC.
112 = 121
1112= 12.321
1.1112 = 1.234.321
11.1112= 123.454.321
111.1112= 12.345.654.321
1.111.1112 = 1.234.567.654.321
11.111.1112= 123.456.787.654.321
111.111.1112 = 12.345.678.987.654.321
No hay comentarios:
Publicar un comentario