martes, 20 de agosto de 2019

1910 (M 20/8/19) Afrodita toma la palabra (y la palestra)

(Aviso: del amor, tema de hoy, el autor de este blog no tiene ni puñetera idea. Y además no se hace responsable de nada de lo que escriba)
       El amor puede ser tratado desde muchas perspectivas. Nos fijaremos en tres: el deseo apasionado, el amor "verdadero" y el sexo puro y duro. Y un nuevo punto de vista: el de la mujer.
     Ya hemos dicho en alguna otra parte de este blog (vga.: entrada 1484 del 22/1/18) o la n. 42.3 del 11/8/11)(*) que Afrodita, la Chipri para los amigos, más que Diosa del Amor, es la diosa del Deseo. No en vano la llamaban “la del culo respingón” (o gracioso, bonito: kalí-pigos). Conviene dejar claro que aquí ahora se trata del romance, el amor apasionado, el amor fou, donde cabe mejor la lujuria que el poema. Porque el poema, expresión del sentimiento apasionado, a menudo se utiliza como un arma, entre otras, para conquistar lo deseado.
        No se trata, pues, del amor en general o familiar, el de la ternura, de la rutina en compañía, del remedio contra la soledad. Se trata del amor fou versus el true love (el amor loco contra el verdadero amor, amor eterno, hasta que la muerte los separe)La intensidad de un romance la confundimos con su permanencia en el tiempo, porque lo que se siente es tan rico, bello y profundo que se desea, y se vive, como eterno.
       Soy de los que opinan que el true love es un fraude, que el amor verdadero es una trampa para los que creen en él. La angustia de quien se siente abandonado/a se explica, o al menos se refuerza, por haber sido educados, y haberlo creído, en la idea de que esa pasión es, o puede ser, perdurable. Y en cuanto a la disputa del amor fou contra el verdadero amor no cabe tal debate porque el amor fou (romance apasionado), ése, ése es el verdadero amor.
        El otro es un acuerdo, es un apaño, incluso con papeles de por medio.
       La sociedad utiliza el sexo para vender cualquier cosa, excepto el placer de la mujer, que ha sido despojada de su propio disfrute. Se ha tratado a la mujer solamente como instrumento de deseo y de placer para el varón. Y la mujer se ha hartado y ha dicho basta ya! dando lugar a un mercado femtech: “female technology”, que incluye desde el bienestar sexual femenino en general hasta los artículos dirigidos a satisfacer las necesidades sexuales de las mujeres. La femtech incluye aplicaciones que controlan el ciclo menstrual, anticonceptivos, realidad virtual, juguetes, cine para adultos, webcamming (Un texto refrescante sobre el tema podéis leerlo aquí, Jugetona, de Marta Sanz.)  
Pero hoy nos interesa un nuevo punto de vista: el de la mujerPorque la mujer ya no se siente obligada a esconder su placer. Los vibradores que se empezaron a vender por correo postal hace casi medio siglo ahora se muestran en las estanterías de Walmart. Los robots que son la próxima frontera costarán entre 2.000 y 10.000 $. El mercado del bienestar sexual femenino moverá más de 100.000 mills.€ en el 2.026.
     Un efecto de la “mala educación” sexual que sufrimos es la “infidelidad” (consecuencia de un compromiso absurdo de fidelidad anti-natura) y la subsiguiente angustia de abandono. La plataforma de pago Ashley Madison, que en 2018 registró 442.000 nuevos usuarios cada mes (más de 5,3 millones en el año), facilita 15.000 aventuras infieles mensuales, sólo en España. La web femenina Gleeden, que ofrece este tipo de aventuras a las mujeres, con una edad media de 37 años, cuenta con 5,5 millones de usuarios en el mundo y 700.000 en España, de los cuales el 60% son hombres y el 40% mujeres, que no tienen que pagar.
   Pero se explorará el placer desde una óptica femenina. Porque hasta ahora la producción visual pornográfica es “un 98% machista, ofensivo, racista, violento, repetitivo y estéticamente pobre”. En ella el cuerpo de la mujer se cosifica hasta extremos denigrantes. Sin embargo la brecha entre el orgasmo masculino y femenino empieza a difuminarse en la niebla del machismo.
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(*) De las entradas referidas extraemos un par de citas:
   La humillación de la mujer tiene toda la pinta de ser un ajuste de cuentas donde asoma un pánico misógino a la evidente superioridad sexual de la mujer orgiástica, tal como puede verse en la tragedia clásica de Eurípides Las Bacantes.
     En la nueva sociedad donde interviene la mujer “está cambiando nuestra forma de mirarnos, de percibirnos y hasta de desearnos”, asegura Antonio Navalón. Cuando la mujer ocupe el lugar que le corresponde, cualquiera que éste sea pero nunca en inferioridad, más de un varón suspirará echando de menos los viejos tiempos, los actuales.
     En un debate radiofónico sobre el “amor eterno” versus el “amor fou”, de cinco radiooyentes votantes sólo uno se inclinó en favor del amor eterno, diciendo: "Con un solo caso que ocurriera, ya existiría. (Pausa.) Y los hay. Lo que convierte en fracasados a los que no lo consiguen. La prueba es que todos lo desean. Es más, hay amores que sobreviven a la muerte". (Glup!)

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