El deseado Feijóo sorprendió en Galicia a propios y extraños al anunciar, urbi
et orbi, que no se presentaría en las primarias como candidato a presidir
su partido, el PP. Pensaría haber sido aclamado como único candidato unitario y
ante el peligro de ser derrotado por otros compañeros competidores, como Casado
o Margallo, y no digamos la esfinge Cospedal de la mentira permanente en carro
de combate o la risueña Soraya la chica de los recados vestida de bombero, le
temblaron las piernas y el pánico le ayudó a llorar durante la lectura de su
comunicado, lo que aumentaría su credibilidad según todas la encuestas. Feijóo
no tenía todas –o ninguna– consigo por lo que, tras analizar fríamente lo mucho
que se jugaba para ganar –si ganaba– en un partido en trance de desaparición, optó
por retirarse de la lucha, que prometía ser sangrienta, en aras de “los
intereses generales de los gallegos y de los españoles”. Por no hablar de los
peligros de convertirse en la diana de sus copartidarios y periodistas de
investigación que podrían sacarle los colores con fotos en barcos de
reconocidos narcos.
La Cospedal de los diferidos, que
esperaba ansiosamente el comunicado de Feijóo, nada más oírlo anunció que ella
sí se presentaba. Que para cojones, los suyos, y sin más, arremangándose la
falda, gritó en plan Churchill aquello de “victoria!, victoria!, victoria!” antes
del desembarco de Normandía. Y a falta de abuela presente, se presentó como la
salvadora de su partido.
La entrada en liza de la Soraya no
se hizo esperar, aupada por numerosos seguidores. A las mentiras descaradas que
componían el mérito de la Cospedal, ella contraponía la mueca de su sonrisa
incluso cuando tenía que viajar a Cataluña.
Casado, Margallo y otros menos
conocidos, se presentaron también, no sé si como espontáneos o como
mamporreros.
Se abren las apuestas.
Totalmente de acuerdo. A mi me llaman la atención las lágrimas de Feijoo que solo se entienden por miedo a perder en las primarias, si no, porqué llora si está donde él más quiere estar!
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