Cuando Lucifer, el más bello de los ángeles, el que
porta la luz, se rebeló contra su Dios: “non serviam, ni dios ni amo”, fue
recompensado con la gestión de los infiernos, suponemos que en premio de su
integridad y honestidad.
La nueva
rebelión contra el sistema consiste en declarar abiertamente los verdaderos
motivos de las guerras: económicos. Pero lo que los hace singulares es el
desparpajo con que ahora se expresan abiertamente: Ya no hace falta encubrirlos
como se hizo con la falsedad de las armas de destrucción masiva en Irak, cuando
en realidad se trataba del petróleo. Ahora se declara abiertamente, y sin
sonrojo, la intención de realizar una limpieza étnica en Gaza por el potencial
económico, urbanístico, un Gaza d’Or, que se puede sacar de allí. El
imperialismo norteamericano ya no esconde ser el estercolero de nuestro tiempo
sino que lo luce como una medalla. Que los yanquis y sus aliados sionistas no
crean ya necesario recurrir a mentiras y excusas no es sólo un cambio de estilo
comunicativo sobre un posicionamiento político sino también una propuesta
antropológica: la de no responder ante nada ni ante nadie, ni ley divina ni
humana. No aceptar facultad rectora alguna -ni religiosa, ni moral, ni
civilizatoria ni legal- con todo el descaro, más allá del propio capricho. Y venderlo
como rebeldía. Es la revolución del nuevo “non serviam”.
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