Esta mañana he visto a una muchacha en la
puerta de la UNED esperando lo que fuera, con una pierna doblada apoyada en la
pared. Una hora después, a mi regreso, me sorprendió ver que la joven, en la
misma postura, todavía seguía allí. Y me acordé de un cuento de Giovanni
Guareschi.
Giovanni Guareschi (nacido en
Roccabianca, Parma el 1 de mayo de 1908) fue un periodista y escritor humorista
italiano. Su obra, DON CAMILO, de impacto universal, se publicaba por entregas
en artículos de prensa que esperaban con ansia y leían con fruición en Italia
al final de los años 40 del siglo pasado. (Como luego en España haría Mendoza
con SIN NOTICIAS DE GURB.) Creo recordar que a su entierro en Cervia (Rávena),
el 24 de julio de 1968, acudieron aviones
fletados desde no sé cuántos países. (Y digo yo: se non è vero è ben trovato)
Don Camilo, que es el robusto
arcipreste de Ponteratto (circunscripción imaginaria, en todo caso en la región
de la Toscana) habla con el Cristo del altar mayor de su iglesia, y tiene como
antagonista al alcalde Peppone, comunista convencido, en un pequeño pueblo de
provincia llamado Brescello. Sus continuas peleas y discusiones, sobre temas
tanto teológicos como sociales, políticos, y hasta futbolísticos, son tan entrañables
como divertidas. Don Camilo del católico Guareschi hizo por la aceptación de
los comunistas en los años 50 tanto o más que lo que contribuyó el Real Madrid,
desde la Copa de Europa en 1955, al entendimiento sin prejuicios entre europeos
que era necesario para la implantación y desarrollo de la UE.
Y a lo que iba, el cuento:
Un muchacho adolescente se encontraba
recostado en un poste de la luz, cerca de una estación ferroviaria, en pleno
campo, cuando vio pasar en bicicleta a una linda ragazza que le sonrió y a,
gritos, sin dejar de pedalear, le preguntó: me esperarás ahí?!
Unos
años más tarde los viandantes que paseaban por el lugar podían contemplar un
esqueleto apoyado en un poste de la luz, en pleno campo, no muy lejos de una
estación ferroviaria.
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