A vueltas con la Deuda.
Daniel
Fuentes Castro, profesor de Economía en la Universidad de Alcalá (Madrid) y
director de KREAB Research, dice: La deuda supone una carga que legamos a
las generaciones futuras.
Y no.
Con
la Deuda adelantamos el uso y disfrute de bienes y servicios a nuestras
generaciones futuras, que podrán pagarlos en cómodos plazos gracias a una
oportuna y correcta gestión de los recursos públicos por parte de sus mayores
(nosotros). (Pulsa aquí): es más, la Deuda se paga sola. La refinanciación de
la Deuda al 100% es fácil y continua mediante la emisión de Deuda o letras del
Tesoro que siempre queda cubierta. Nuestros nietos solamente tendrán que pagar
los intereses (mermando los ingresos fiscales futuros en ese mismo importe.) Pero
es que ni siquiera eso ocurre si los intereses son inferiores a la inflación de
cada año venidero. (Esto os lo puede explicar cualquier economista que tengáis a
mano. Aquí se alargaría.)
Más adelante en el texto nuestro profesor
recula y se autocorrige debidamente: Cuando se afirma que estamos dejando a
nuestros hijos o nietos una carga insoportable, no es exactamente así. "Aunque
no sea deseada, es posiblemente la menos dañina de las variables de ajuste ante
eventos como los vividos en estos años. Imaginemos qué habría sido de la
economía española sin esta válvula de escape."
¿Qué es, concretamente, lo que la deuda
de hoy supone a las generaciones futuras? ¿Es una carga?
Sin duda, eso es cierto, pero no es
todo. “A diferencia de las personas físicas, los Estados tienen una longevidad
perenne, lo cual les habilita para refinanciar su deuda de manera sistemática: lo saldan con una nueva emisión de deuda. De esta manera, la carga resultante
son los intereses, no el principal de la deuda… Por otra parte, ¿no es
razonable que el coste de determinadas inversiones e infraestructuras físicas y
sociales que van a beneficiar a más de una generación de contribuyentes se
reparta en el tiempo? ¿Qué país dejaríamos en herencia si no fuera por la deuda
pública? ¿Es un coste excesivo en comparación con el beneficio que aporta? Sin
duda, es necesario reducirla” (cuando y como convenga), pero a menudo se
nos olvida que la deuda pública, como la privada, tiene su razón de ser.
Por lo
demás, "es poco probable que una senda de ajuste presupuestario, por
benevolente y voluntariosa que sea, vaya a ser suficiente para conducir las
actuales ratios de deuda hasta el 60% del PIB fijadas en el Tratado de
Maastricht."
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