Como en la cocina de uno…, ja! ¿Cómo vas a comparar la comida cocinada en casa con la de los restaurantes, que a saber lo que te meten en las salsas, lo que engordan, y encima tener que pagar por ello? Que nada, nada, que no, que no se puede comparar la comida casera de verduras frescas y todo eso con las porquerías que te sirven fuera, que a saber tú lo que le meten cuando lo recalientan.
Pues no te digo que no. Pero ¿qué queréis que os diga? ¿Y la tortura de tener que pensar cada día (todos los días) lo que quieres comer al día siguiente? ¿y la compra apresurada sin tiempo suficiente entre la salida del trabajo y la llegada a la mesa donde te esperan para ingerir en 5 minutos lo que te ha costado elaborar más de dos horas? “Eso se cocina en un plis-plas” es la justificación falsa y gratuita que utilizamos para evitar las secuelas de una pura y dura disonancia cognitiva.
Y el tema no acaba ahí. Ponte ahora a fregar los platos sucios (los que por su tamaño o cantidad no caben en el lavavajillas), las sartenes, coladores, jarras, cuencos, cafetera, cacerolas, la olla a presión! bandejas…, sobre todo las que no caben en la pila y desparraman el agua en el suelo de la cocina, que para qué vas a fregar si vas a volver a mojarlo, espérate a que termines, si es que esto se termina alguna vez. Porque esta tarea, digna de Sísifo, se repetirá de nuevo mañana, y pasado y al otro, y al otro, cadena perpetua, sin el eufemismo de la "prisión permanente revisable", porque no hay quien lo revise pues no caben revisiones en el infierno de Dante. (Por no hablar de los chichones que me gano cada día con el borde la campana para la extracción de humos sobre la vitrocerámica) ah, y lava ahora la bayeta que ha quedado asquerosa y resbaladiza por la grasa acumulada..., de dónde sale tanta porquería? eh, y el pestazo que queda en la cocina si has comido pescado?
Desde que la división del trabajo fue encomiada por Adam Smith, David Ricardo, Taylor, Ford… (aunque realmente nació con el neolítico), la cocina casera individualizada nos sitúa en la pre-historia de la humanidad. Hemos evolucionado sobre la base de que produciendo para los demás recibimos a cambio lo que los demás producen, que es más de un 10.000 por 1, por lo que lo racional es dejar ese trabajo a los cocineros profesionales cada uno de los cuales alimenta a 30, 50, 100 al tiempo que son felices, pues les gusta (y, si no, que les dejen sus puestos a otros) y con ello se ganan la vida, con lo que todos salimos ganando.
Por una cocina pública, pues. Lo que no quita que, de vez en cuando, celebremos lo que sea con una comida masiva, siempre que la cocina sea lúdica y la tarea compartida, que convierta la tortura diaria en una fiesta puntual. No en vano ágape, ἀγάπη, comida colectiva, en griego significa “amor” (según el traductor de Google).
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