viernes, 25 de octubre de 2019

1975 (V 25/10/19) La colonización de los símbolos culturales

Me sabe mal ver un monumento, católico, por ejemplo, construido sobre otro de una cultura anterior, colonizada. Pero lo entiendo. Si unos nuevos valores han de presidir la nueva sociedad, los símbolos de la vieja cultura tienen que ceder su sitio a los colonizadores. Nada menos extraño, pues, que una catedral sustituya a una mezquita, en su mismo lugar y aprovechando sus mismos cimientos, si hace falta. Al igual que la mezquita probablemente se edificó sobre un templo visigodo y éste sobre otro romano.
        Pero me chirría esta falta de cultura que no soporta los valores de las culturas colonizadas. Tuvieron su momento, influyeron en lo que somos ahora, y renegar de su existencia (y mucho peor, destruirla) es negarnos a nosotros mismos como si rechazáramos la memoria de nuestros antepasados.
Basta echar un vistazo a las tradiciones religiosas vigentes para entender que no son sino colonizaciones burdas y descaradas de las paganas antes de ser sojuzgadas. Y así el nacimiento del sol en el solsticio de invierno será ahora la fecha de nacimiento del dios cristiano, las hornacinas de santos en los templos delatan su origen como nichos en las sepulturas de los tiempos anteriores, la inhumación de los cadáveres remedan el ritual de enterrar(-sembrar) los cuerpos-semillas que nos permitirán sobrevivir como especie en la nueva primavera, etc. etc. etc.
       Pocas colonizaciones han sido tan fuertes como la que consolidó el patriarcado indoeuropeo contra las instituciones y valores maternales de los territorios del Mediterráneo. El sol y su calendario se impuso racionalmente a la magia de la luna y al calendario nocturno por las constelaciones, el hierro suplantó al bronce, la lógica a la magia, el linaje al parentesco comunitario, etc. etc. Todo eso era necesario, un avance, y estuvo bien. Pero aprovecharse de la prepotencia para humillar a la cultura (maternal) sojuzgada y arrinconar a su icono secular, la mujer, en la mazmorra del hogar y su cocina, en un ajuste de cuentas nunca visto y que perdura más de tres mil años después, eso pueden entenderlo y justificarlo solamente los que sólo entienden del odio y la ignorancia.

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