Jens Weidmann ha sido para este blog
más o menos lo que Pablo Porta fue para el Butanito allá en los años de Mari
Castaña: un motivo de conflicto permanente (vide,
por ejemplo, la entrada 1851 del 21/6/19: Weidmann,
el Rasputín alemán)
Antonio Maqueda Lluis Pellicer nos
ilustra sobre la tensión (ya prolongada) entre el BCE europeo y el Buba alemán,
por no decir abiertamente entre Mario Draghi y Jens Weidmann, el primero
empeñado en ayudar a la política económica y fiscal europea y el segundo
ensimismado en el rigor presupuestario:
“Tensión en el BCE por la resistencia alemana a la política expansiva de Draghi. La dimisión de la consejera alemana del eurobanco deja en evidencia la división existente por las compras de deuda.”
La presidenta electa del Banco Central Europeo
(BCE), Christine Lagarde, ya ha afirmado que continuará con la política de
estímulos de su antecesor, Mario Draghi. La dimisión de la consejera
alemana del eurobanco, Sabine Lautenschläger, deja una vez más patente la
división que existe en el consejo de gobierno del BCE porque algunos
países, liderados por el presidente del Buba, se oponen a las compras de deuda.
Con unas disputas cada vez más públicas, Lagarde tendrá el difícil reto de
tender puentes y evitar que los halcones socaven la credibilidad de la entidad
en plena ralentización de la zona euro.
Draghi ha conseguido ganar la partida a los halcones en el seno del BCE
y ha logrado dejar el camino despejado para Lagarde: a partir de ahora
resultará muy difícil dar marcha atrás a las compras de deuda porque en un
contexto de desaceleración y riesgos crecientes sería interpretado como un
endurecimiento que espantaría a los mercados. La frustración de los halcones es
evidente.
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