Lo que sigue asombrará a los que no están en el ajo: que no es la ideología, estúpido, lo que mueve a los partidos: lo que mueve a los partidos es el escaño, su estatus y sobre todo el pesebre de los fondos públicos. Puto voto. Y punto. Y este "fin" justifica, para ellos, los medios que hagan falta, por perversos que fueren. Vale?
Como las serpientes (que son) los partidos políticos están mudando de
piel, o de camisa. Andrea Rezzi nos muestra cuatro ejemplos:
Lo de los tories Conservadores británicos es quizás el ejemplo más asombroso. En sus casi dos siglos
de historia, el partido de Disraeli y Churchill ha conocido obviamente
altibajos y también momentos de posiciones políticas radicales (como en la
época de Thatcher). Su metamorfosis actual en manos de Boris Johnson representa
sin embargo una deriva hacia el populismo, aventurismo y la hipérbole
desconocida en una formación que siempre fue paradigma de pragmatismo.
Movimiento 5 Estrellas. El grupo italiano fundado
hace una década acaba de acometer una acrobacia política que, sea como sea
el aterrizaje, lo tiene desnortao. Un movimiento fundado en una retórica
antisistema acaba de formar un Gobierno de coalición con el partido que más
encarna hoy ese “sistema”, el Partido Democrático, bajo los auspicios del
presidente de la República, Sergio Mattarella, lo que le coloca en las antípodas
de su radicalismo original
La Liga. La propia denominación del
partido advierte del cambio radical. La que fue Liga Norte es ahora Liga a
secas. Su metamorfosis de partido regionalista defensor de los intereses del
rico norte a partido nacionalista italiano -estrategia impulsada por su actual líder, Matteo Salvini- le ha permitido desbordar su perímetro natural y crecer con potencia. El ideario cuasi-racista hacia los ciudadanos del sur ha sido substituido por el xenófobo hacia afuera.
Ciudadanos. El partido de Albert Rivera, que en su
amanecer buscaba situarse en el centro del escenario político, protagoniza un
llamativo viraje a la derecha. La definición de la envergadura del giro es
subjetiva, pero la hemorragia de dirigentes en desacuerdo con el rumbo retrata
su consistencia. De partido que quiere dominar el centro, a formación que
quiere ser el referente de la derecha del espectro político hay un cambio de
alma, más que de piel, o de camisa.
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