viernes, 26 de julio de 2019

1886 (V 26/7/19) El cuento de las comadrejas

Los tres que fuimos a verla lo pasamos bomba (por más que a Boyero no le gustara, le parece hueca y le ponen nerviosos sus personajes). Se trata de una macabra, retorcida, y rocambolesca historia donde se reflejan las miserias humanas de forma divertida. Muy divertida. Dura más de dos horas pero se hacen cortas. Dirigida por Campanella e interpretada por Graciela Borges, Oscar Martínez, Luis Brandoni, Clara Lago, Marcos Mundstock y Nicolás Francella, te engancha desde el mismo comienzo con su retórica argentina y diáologos trepidantes sin llegar a caer en la pedantería. Todo transcurre de un modo tan natural y lógico que cuando la película se exhibe como lo que es, una astracanada delirante, tienes la impresión de que se desmadra a lo Agatha Cristie elevada a la enésima potencia, hasta que te recompones y te rematan con  la escena final donde ya permites todo.

La comadreja es un animal extraordinariamente curioso y audaz, también muy voraz, y puede dar caza a animales de tamaño bastante superior al suyo, como es el caso de liebres o conejos. Siente predilección por la sangre de sus víctimas, siendo ésta la primera substancia que aprovecha al cazar a un animal. Cuando se encuentra en peligro desprende un fuerte olor característico. “Las comadrejas no se cazan, ellas se acercan a ti”. “Y tú qué sabes hacer? Yo? nada, yo soy el director.”
     Los que escribimos (mal) e hicimos cine (peor) llega un momento de punto y aparte dónde ya no sabemos seguir. Los maestros, como Campanella o Almodóvar, llegan al punto y aparte y siguen tan tranquilos recomponiendo, complementando o deleitándose con la escena que, habiéndosse acabado, continúa. Con ese arte te pueden llevar a donde quieran. Y lo hacen.

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