domingo, 21 de julio de 2019

1881 (D 21/7/19) Autocrítica: la duda (seguro?)


El beneficio de la duda no es lo mismo que los beneficios de la duda.
   El primero es un axioma jurídico procesal que consiste en dar la razón a quien no se debe condenar por falta de pruebas o, lo que es lo mismo, declararle exculpado ante la duda de que pueda ser inocente. In dubio pro reo, es el axioma en latín.
     Los segundos se refieren a los efectos beneficiosos que conllevan la tolerancia, la empatía con los extraños, la diversidad, como enseguida se verá.
    Confundimos la realidad con lo que deseamos. O sea, que interpretamos la realidad como nos gustaría que fuera. Es lo que en inglés llaman wishful thinking, pensamientos deseosos, ilusiones. Y rechazamos lo que previamente no tenemos asumido en nuestras propias convicciones. Dicho de otra manera, vemos lo que queremos ver. Por eso resulta tan difícil convencer a nadie con ideas que contradigan a las suyas. Esa rigidez es directamente proporcional a la falta de cultura, entendiendo como tal a la escasez de conocimientos y/o falta de entrenamiento mental para elaborar juicios propios independientes, e incluso opuestos, a los aprendidos.
     El espíritu crítico se caracteriza por la maleabilidad de las propias convicciones. La rigidez de nuestras opiniones merma nuestra capacidad para la autocrítica. El aforismo ciceroniano cuiusvis est errare, nullius nisi insipientis in errore perseverare (“cualquiera puede errar, pero sólo el necio persevera en su error") refuerza lo anterior.
     El mejor instrumento contra el cerrilismo es la duda. Pero no como hecho puntual sino como actitud. No tanto la duda metódica cartesiana para buscar la verdad ni la existencial integral hamletiana (“ser o no ser…”) cuanto la duda como actitud mental abierta a cambiar de opinión y/o convicciones ante argumentos contrarios o cambios de contextos. Resulta fácil decirlo (en realidad no me ha resultado fácil). Pero la actitud de intentarlo es un buen inicio.
      Es curioso que a medida que escuchamos a gente derechista, reaccionaria, cuanto más conservadoras son, más seguras se sienten de sí mismas y menos lugar dejan a la duda. Y no sólo son intolerantes, intransigentes, sino que anatematizan a los que no acceden a pensar como ellos. No saben escuchar, pero te obligan a oírles y encima, tienes que asentir. Cuando exigen que a los niños no se les adoctrine no se dan cuenta (o sí) de que realmente quieren adoctrinarlos. La enseñanza neutral es la que da al niño elementos de juicio objetivos para que piense por su cuenta, la que le da instrumentos para ser crítico.
        Dudad, pues, de los que no dudan.
       La capacidad de autocrítica, de duda, se complementa con la aceptación de la diversidad, lo relativo, lo extraño, otras culturas. Ya he dicho en algún sitio, y me apetece repetirlo, que yo soy racista: me encantan las razas.

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