Os acordáis, no? Aquello de que si
Dios los sabe todo, incluso lo que vamos a hacer en el futuro, en ese caso no
podremos evitar tener que hacerlo, con lo que la libertad se queda en nada ya
que no podremos evitarlo. Ante esta teoría de la predeterminación los teólogos
católicos se las ven y se las desean para hacer compatibles la omnisciencia de
su dios con la libertad humana, y reaccionan tartamudeando y saliendo por
peteneras, incapaces de dibujar un triángulo cuadrado.
En la entrada nº 1755 del 15/3/19: La
libertad predeterminada, centrábamos este tema como sigue: “Si el Dios
cristiano sabe todo lo que va a ocurrir, el futuro no podrá ser de otra manera,
por lo que los humanos no podrán evitarlo. El conocimiento divino de nuestro
destino lo pre-determina. El ser humano, por tanto, no es libre, al no poder
escapar de su destino. Según esto la pretensión de la ciencia de explicar la
totalidad de los movimientos de la naturaleza y la conducta de los seres
humanos, resulta baldía."
El asunto se enrarece y cobra una nueva dimensión con la IA (Inteligencia
Artificial): sin libertad individual la sociedad no funcionaría, ni habría
responsabilidad personal, ni podrían sostenerse el derecho ni la democracia. Ni
siquiera podría existir el concepto de crimen.
Pues bien, he aquí que los expertos en IA nos aseguran que, con los
datos que producimos o nos extraen, son capaces de anticipar, y hasta impulsar,
lo que vamos a hacer antes incluso de que lo hayamos pensado conscientemente. Item más: podrán adelantarse a nuestros
deseos antes de que los tengamos. Fabricar un deseo algo antes de que exista es
el summum orgiástico del marketing. El “conócete a ti mismo” del
frontispicio del templo de Apolo en Delfos se queda en mantillas comparado con
el conocimiento que puedan tener de nosotros las operadoras de las redes: el
sistema de IA de Facebook produjo en 2018 más de seis millones de predicciones
por segundo (que luego se monetizan). Con estos algoritmos no sólo podrán
conocer nuestro comportamiento sino que acabarán (pre-)determinándolo. Tan predictibles
somos?(*)
Voy a terminar como lo hice en la entrada citada más arriba: “Es verdad
que estamos condicionados por nuestros genes, nuestra cultura, el medio en que
nos desarrollamos, los bombardeos publicitaros, y hasta por los fake news, pero de ahí a negar nuestra
libertad para actuar y ser nosotros mismos, media un abismo. Sabemos que
nuestra libertad no es incondicionada, absoluta, pero condicionar no es lo
mismo que predeterminar. Como ya he dicho en alguna otra parte de este blog, si
yo puedo optar entre abrir o cerrar el ojo izquierdo, esa mínima libertad
puntual es infinita. Y por eso me quedo con el chiste de Forges, que no consigo
encontrar, donde un preso, encadenado de pies y manos a una pared, mueve el
dedo gordo del pie derecho mientras le comenta eufórico a su compañero: “mira,
mira cómo lo muevo”. Porque, como escribí en la entrada 1644: El Destino, del 23/11/18, la libertad para mover ese dedo gordo es en sí misma infinita por ínfima que
sea.
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(*) Cunde la alarma entre los doctores Frankestein de California. Tenemos que evitar que los futuros robots puedan convertirse en nuestros peores enemigos. En Silicon Valley no hay empresa relevante que no esté implicada en algún proyecto que tenga que ver con la I.A. John Etchemendy, de ascendencia vasca, rector que fue de la Universidad de Stanford, Ca., codirige el HAI, Instituto para la I.A. Centrada en los Humanos, junto con Fei Fei Li, ex-vicepresidenta de Google, Reid Hoffman, fundador de Linkedin, Erich Schmidt, expresidente de Google y Marissa Mayer, ex-presidenta de Yahoo. Hasta Will Gates da respaldo y cobertura a este proyecto, dotado en principio con 1.000 mills.$ y un gran edificio adjunto a la Universidad de Stanford, pionera en los estudios sobre la Inteligencia Artificial. Etchemendy nos avisa del peligro de que un computador pueda tomar decisiones más fiables que las que pueda tomar un individuo.
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(*) Cunde la alarma entre los doctores Frankestein de California. Tenemos que evitar que los futuros robots puedan convertirse en nuestros peores enemigos. En Silicon Valley no hay empresa relevante que no esté implicada en algún proyecto que tenga que ver con la I.A. John Etchemendy, de ascendencia vasca, rector que fue de la Universidad de Stanford, Ca., codirige el HAI, Instituto para la I.A. Centrada en los Humanos, junto con Fei Fei Li, ex-vicepresidenta de Google, Reid Hoffman, fundador de Linkedin, Erich Schmidt, expresidente de Google y Marissa Mayer, ex-presidenta de Yahoo. Hasta Will Gates da respaldo y cobertura a este proyecto, dotado en principio con 1.000 mills.$ y un gran edificio adjunto a la Universidad de Stanford, pionera en los estudios sobre la Inteligencia Artificial. Etchemendy nos avisa del peligro de que un computador pueda tomar decisiones más fiables que las que pueda tomar un individuo.
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