viernes, 19 de julio de 2019

1879 (V 19/7/19) A vueltas con el determinismo


Os acordáis, no? Aquello de que si Dios los sabe todo, incluso lo que vamos a hacer en el futuro, en ese caso no podremos evitar tener que hacerlo, con lo que la libertad se queda en nada ya que no podremos evitarlo. Ante esta teoría de la predeterminación los teólogos católicos se las ven y se las desean para hacer compatibles la omnisciencia de su dios con la libertad humana, y reaccionan tartamudeando y saliendo por peteneras, incapaces de dibujar un triángulo cuadrado.
   En la entrada nº 1755 del 15/3/19: La libertad predeterminada, centrábamos este tema como sigue: “Si el Dios cristiano sabe todo lo que va a ocurrir, el futuro no podrá ser de otra manera, por lo que los humanos no podrán evitarlo. El conocimiento divino de nuestro destino lo pre-determina. El ser humano, por tanto, no es libre, al no poder escapar de su destino. Según esto la pretensión de la ciencia de explicar la totalidad de los movimientos de la naturaleza y la conducta de los seres humanos, resulta baldía."
      El asunto se enrarece y cobra una nueva dimensión con la IA (Inteligencia Artificial): sin libertad individual la sociedad no funcionaría, ni habría responsabilidad personal, ni podrían sostenerse el derecho ni la democracia. Ni siquiera podría existir el concepto de crimen.
        Pues bien, he aquí que los expertos en IA nos aseguran que, con los datos que producimos o nos extraen, son capaces de anticipar, y hasta impulsar, lo que vamos a hacer antes incluso de que lo hayamos pensado conscientemente. Item más: podrán adelantarse a nuestros deseos antes de que los tengamos. Fabricar un deseo algo antes de que exista es el summum orgiástico del marketing. El “conócete a ti mismo” del frontispicio del templo de Apolo en Delfos se queda en mantillas comparado con el conocimiento que puedan tener de nosotros las operadoras de las redes: el sistema de IA de Facebook produjo en 2018 más de seis millones de predicciones por segundo (que luego se monetizan). Con estos algoritmos no sólo podrán conocer nuestro comportamiento sino que acabarán (pre-)determinándolo. Tan predictibles somos?(*)
       Voy a terminar como lo hice en la entrada citada más arriba: “Es verdad que estamos condicionados por nuestros genes, nuestra cultura, el medio en que nos desarrollamos, los bombardeos publicitaros, y hasta por los fake news, pero de ahí a negar nuestra libertad para actuar y ser nosotros mismos, media un abismo. Sabemos que nuestra libertad no es incondicionada, absoluta, pero condicionar no es lo mismo que predeterminar. Como ya he dicho en alguna otra parte de este blog, si yo puedo optar entre abrir o cerrar el ojo izquierdo, esa mínima libertad puntual es infinita. Y por eso me quedo con el chiste de Forges, que no consigo encontrar, donde un preso, encadenado de pies y manos a una pared, mueve el dedo gordo del pie derecho mientras le comenta eufórico a su compañero: “mira, mira cómo lo muevo”. Porque, como escribí en la entrada 1644: El Destino, del 23/11/18, la libertad para mover ese dedo gordo es en sí misma infinita por ínfima que sea.
____________________
(*) Cunde la alarma entre los doctores Frankestein de California. Tenemos que evitar que los futuros robots puedan convertirse en nuestros peores enemigos.  En Silicon Valley no hay empresa relevante que no esté implicada en algún proyecto que tenga que ver con la I.A. John Etchemendy, de ascendencia vasca, rector que fue de la Universidad de Stanford, Ca., codirige el HAI, Instituto para la I.A. Centrada en los Humanos, junto con Fei Fei Li, ex-vicepresidenta de Google, Reid Hoffman, fundador de Linkedin, Erich Schmidt, expresidente de Google y Marissa Mayer, ex-presidenta de Yahoo. Hasta Will Gates da respaldo y cobertura a este proyecto, dotado en principio con 1.000 mills.$ y un gran edificio adjunto a la Universidad de Stanford, pionera en los estudios sobre la Inteligencia Artificial. Etchemendy nos avisa del peligro de que un computador pueda tomar decisiones más fiables que las que pueda tomar un individuo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario