viernes, 23 de noviembre de 2018

1644 (V 23/11/18) El Destino

Fatum para los romanos, Ananké (Necesidad) para los griegos, nuestro Sino, Sort en francés, Fate en inglés…, es lo que a todos inevitablemente nos espera. La muerte, sin ir más lejos. La fatalidad la asociamos a una desgracia inevitable. No me extraña, tal como la pintan (véanse las ilustraciones). Que cada uno puede y debe forjarse su propio destino no pasa de ser un buen eslogan para boy scouts.
  Pero que todos tengamos nuestro destino inevitable no nos quita la libertad para comportarnos de un modo determinado. Los que nos quitan la libertad por estar todo pre-determinado caen en un debate bizantino donde no vamos a entrar. Aunque no negamos que la posible discusión sobre la compatibilidad de nuestra pretendida libertad con la dogmática previsibilidad de todo cuanto acontece por parte del dios católico no tenga su atractivo.
      Ya sabemos que estamos condicionados por los genes, por la cultura, por el entorno, por tantas influencias morales, sociales…, de todo tipo que nos constriñen, de suerte que el margen de maniobra en que nos movemos es muy restringido. Pero la libertad para mover el dedo gordo del pie derecho del cautivo de Forges encadenado a la pared de la mazmorra es en sí misma infinita por ínfima que sea.

Lasciate ogni speranza voi ch'entrate podía leerse a la entrada del Infierno en la Divina Comedia según Dante. Así que, por si acaso, mejor no ir allí. Aunque no le va a la zaga la visión que nos ofrece Tintoretto del Juicio Final. Mejor nos citamos en cualquier otro paraje...

El Destino les sirvió a los griegos para echarles a los dioses la culpa de todo lo malo que hacemos los mortales, y así lo reflejaron en las Tragedias clásicas. Concediendo a los dioses el papel de letrinas de nuestras miserias les salvó del paro cuando los humanizamos.

2 comentarios:

  1. Leyendo medio dormido, por culpa de mi destino. Reflexionar sobre mi destino, jodido. Y más allá de mi destino, que bien, podré contemplar y ser consciente, disfrutar e intentar ser feliz. Mi destino, estación Clot.

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  2. Jejejej... mi destino está a cinco minutos...

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