Por lenguaje líquido
nos referimos a su versatilidad, su capacidad de cambio, su rápida aceptación
por las nuevas generaciones, que cada vez son más cortas. Lenguaje identitario es el que adoptan los grupos
para identificarse como tales y distinguirse de los demás, como ocurre con las
jergas de los médicos, de los economistas, o de los lumpens periféricos de la
ciudad.
Difícil me parece la
tarea del esperanto, una lengua bienintencionada que quiere ser estándar
impuesta desde arriba, pero que no podrá arraigar por no ser lengua materna. La
lengua nace en la calle, se desarrolla en la calle, se modifica en la calle, y
no se deja apresar en academias ni gramáticas.
Nos agrada el
lenguaje críptico que nos permite entendernos en un grupo reducido sin que
puedan comprendernos los demás. Como cuando de pequeños utilizábamos códigos
inocentes que creíamos poder entender sólo los que teníamos las claves, hó-bigo lábiga cóbigo móbigo ésbigo tásbiga…, y que
luego los mayores utilizan en las guerras.
Hay quienes opinan
que los neandertales hablaban. Yo no lo sé. Pero si la opinión académica
generalizada es que el lenguaje es propio del Sapiens, el que diga lo contrario
tiene que argumentarlo, probarlo,
publicarlo en revistas reconocidas y someterse al falseo popperiano, antes de pregonarlo. El órgano del
habla, el área de Broca, ubicada en la tercera circunvolución frontal del
hemisferio izquierdo de nuestros cerebros, se pierde en los restos
arqueológicos por ser cartilaginosa, lo que le impide ser examinada en los fósiles
encontrados. Sólo sospecho dos cosas: una, que el hallazgo del sonido
articulado tuvo que ver con el desarrollo tecnológico, quizás a partir de la
técnica levallois que nos permitió
reproducir fabricados (lascas) a partir de un modelo patrón (musteriense? años
50.000?), pensado antes de ser ejecutado, y esta capacidad parece que está
ubicada también en el mismo área de Broca; dos, que el Neandertal se extinguió
cuando nos entregó en buenas manos el testigo de la evolución al aceptar
nuestra “superioridad” por disponer del lenguaje hablado.
Las miles de lenguas
en que se han diversificado las originales las reducen los filólogos a seis
grandes familias. Nosotros pertenecemos a la indoeuropea y tenemos raíces
comunes con las eslavas, la griega, las hindúes y hasta el sánscrito. Los
bosquimanos de Africa del Sur no tienen alfabeto como nosotros y emiten sonidos-fonemas
con chasquidos de la lengua.
Al tiempo que
echamos de menos una sola lengua para entendernos allende las fronteras,
inventamos otras para utilizarlas en entornos más cercanos, íntimos o
corporativos. Yo he llegado a decir la astracanada de que las profesiones
(médicos, abogados, economistas…) no son más que una jerga de términos que sólo
pueden entender los de su gremio. Lo que me hace pensar que por naturaleza somos
bilingües, o sencillamente que necesitamos dos idiomas, el genérico/universal,
y el íntimo de nuestro país, nuestro entorno, nuestra familia, o, si se puede
llegar a ello, nuestra pareja. De ahí que la confusión de lenguas babeliana exprese la
necesidad de diversificar las lenguas de manera que cada grupo pueda
identificarse consigo mismo al tiempo que se distingue de los demás, a quienes se les niega el acceso mediante la barrera de la lengua.
Cuando he viajado al
extranjero durante cierto tiempo, cuatro años por ejemplo, a mi regreso me he
encontrado con una sociedad que no hablaba el mismo lenguaje que antes de irme,
que utilizaba palabras que me eran desconocidas totalmente. Y no digamos los
cambios que sufre el idioma en cada nueva generación, lo cual entiendo porque
el joven tiene que rebelarse y dar su propio nombre a las cosas que hasta ahora
pertenecían a otros. Y lo hacen con toda naturalidad, sin pedir permiso a
nadie, y el que venga detrás que arrree.
Un debate
interesante es dirimir qué fue antes, si el concepto o el verbo. Los griegos lo
solucionaron llamándolos a los dos Logos.
Cuando el evangelio dice que “en el principio fue el verbo”, a cuál de los dos
se refiere? al verbo hablado o al sólo pensado? Para mí que no pudimos pensar,
construir juicios, frases, si antes no le pusimos nombres a la cosas, al
comienzo mediante onomatopeyas, o como fuera, los filólogos sabrán. Con lo cual
la palabra hablada tuvo que ser antes que los juicios pensados.
Y qué decir del
lenguaje corporal? Que puede decir tanto o más que el verbal. Y que incluso a
veces desvela lo contrario de lo que se dice.
Otro asunto
excitante es la mentira. La mentira como medio de escape o de poder. La mentira
como velo de la propia intimidad. La mentira como fuente de la ficción, del
relato y del teatro. Pero este tema escapa del marco de hoy y merecerá una
entrada aparte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario