sábado, 6 de abril de 2019

1776 (S 6/4/19) Canibalismo o ágape celestial?

En la eucaristía católica (εὐχαριστία: acción de gracias) se encuentra el cuerpo, sangre, alma y divinidad de Jesucristo, y no sólo virtualmente como intentaron explicar los holandeses, sino realmente, según doctrina del Vaticano y el Concilio de Trento, aunque nos cueste imaginarlo. (*) ¿Podéis imaginar el disparate de que alguien llegara a decir que se trata de canibalismo? cuando es un sacrificio ritual y su ingesta un ágape celestial.
   Sin embargo las noticias de prensa sobre fósiles y hallazgos arqueológicos se regodean hablando de canibalismo cuando localizan cortes practicados con herramientas para separar la carne de los restos óseos humanos, o cuando encuentran huellas de dientes y mordidas humanas en costillas y otros huesos de sus congéneres, a pesar de que admiten que probablemente se trata de rituales funerarios. Podéis comprobarlo en un artículo de prensa: Halladas pruebas de canibalismo durante el Neolítico Antiguo (Un cráneo tallado en forma de copa o marcas de dientes humanos en huesos de otros individuos apoyan la existencia de esta práctica en una cueva del Torcal de Antequera). Y al expresarlo con estas palabras le damos un tono cruel tan falso como innecesario.
     La ingesta de carne por nuestros ancestros era realizada como un acto de amor. Comiendo a la “víctima” sacrificada adquiríamos con ella el espíritu del grupo al que pertenecíamos, lo que nos podía asegurar nuestra supervivencia como colectivo. El grupo se perpetuaba a través de la comida del elegido para el sacrificio. No es el momento de demostrarlo pero hay fuertes indicios de que los sacrificados fueran voluntarios. Y si lo eran, eso me ha permitido decir en otra parte que “si la civilización consiste en sacrificarnos nosotros para mejorar la vida de nuestros hijos, nunca hemos sido más civilizados que cuando practicábamos rituales de sacrificios (voluntarios)”. Y no veíamos a los animales como algo distinto de nosotros. En el acto de comer obteníamos también el coraje, la fuerza, la valentía del animal (o humano) comido.
     El disparate que hemos comentado más arriba merece una réplica tan atrevida como ésta: no os extrañáis de que las madres (y no sólo las madres) hablen de comerse a besos a sus niños y seres queridos? Qué tal si nos atrevemos a imaginar que el beso en la boca pudiera ser un resto gestual de una comida mutua entre dos personas que se quieren?


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(*) Y así el catecismo Ripalda decía:
P. ¿Qué cosa es la Comunión?
R. Un manjar espiritual que sustenta el alma y le da vida eterna.
P. ¿Qué se nos da en este manjar tan divino?
R. EI mismo Cristo, Dios y Hombre todo entero.
P. ¿Cómo en solo señal o figura?
R. No, padre, sino en su misma real substancia.
P. Luego no hay en el Sacramento substancia de pan y vida?
R. No, sino los accidentes.
P. ¿Pues la substancia de pan y vino, que se hizo?
R. Se convierte en cuerpo y sangre de Cristo.

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