El centro no es una dimensión absoluta
sino que se define por su equidistancia de los extremos. Si gracias al empuje
de los entusiastas radicales hacia la extrema derecha el PP y C,s se arriman a
esa deriva apuntándose a la fiesta, alaridos y exabruptos incluidos, para no
perder comba y los votos que creen que conlleva, la masa silenciosa que ocupa
el centro moderado del PP queda desamparada y buscará refugio en las urnas del
PSOE. Por la propia naturaleza de la cosas: pues el horror vacui de la naturaleza que no soporta el vacío rellena el
espacio político del centro sin que nada ni nadie tenga que empujarlo a ello.
Ese centro equidista del liberalismo a la derecha (mercado autorregulado e inhibición del Estado) y del socialismo a la izquierda (servicios públicos y asistenciales), aceptando el mercado como motor de la economía pero redistribuyendo la riqueza mediante impuestos: y eso es la Socialdemocracia. No habrá Europa, y una Europa justa, si no es socialdemócrata. Pero como centro, se deslizará hacia uno y otro extremo según la fuerza con que lo empujen.
Ese centro equidista del liberalismo a la derecha (mercado autorregulado e inhibición del Estado) y del socialismo a la izquierda (servicios públicos y asistenciales), aceptando el mercado como motor de la economía pero redistribuyendo la riqueza mediante impuestos: y eso es la Socialdemocracia. No habrá Europa, y una Europa justa, si no es socialdemócrata. Pero como centro, se deslizará hacia uno y otro extremo según la fuerza con que lo empujen.
Que el centro gana siempre en las elecciones explica los codazos que se
dan los partidos políticos para ocuparlo. Cuando irrumpen nuevas fuerzas
extremistas, que no aspiran a la hegemonía sino tan sólo dar el espectáculo
para que les dejen entrar en el juego político (o sea que se moderan con el
tiempo para escorarse al centro ganador, ahí tenemos a Podemos), según el
empuje que muestren el centro se desplazará del centro anterior al nuevo
centro, por la misma razón que la manzana cae del árbol como efecto de la
gravedad.
Y ello es así porque la masa electoral, moderada, puede aceptar cambios
pero los frena, no le gustan los sobresaltos, puede dejarse encandilar por empujes
progresistas pero sin prisas, y porque las fuerzas conservadoras hacen de
contrapeso necesario para equilibrar los cambios que con el tiempo se terminan
imponiendo, véanse si no la aceptación del aborto, los LGTPI, el matrimonio de
hecho y la homosexualidad…, cuya aceptación real como valor cultural por la
sociedad va por detrás de su aprobación legal.
Que se tache de chaqueteros a Rivera o a Sánchez, por sus cambios de
posturas según el contexto, más bien deberían ser calificados de proteicos, adaptables
a los cambios, pues la política es el arte de lo posible y los políticos tienen
que acomodarse al medio…, si no quieren perder el centro.
El PP lo tiene crudo. A su reciente pasado de corrupción y exabruptos
por parte de los nuevos candidatos le deberán su hundimiento en el país y su
despeñamiento en Cataluña. A ello ayudará sin duda la torpeza de emular a los
que se muestran entusiastas con la derecha neofranquista. Los espacios quedan, pues,
así configurados: el PP entre C,s y Vox y el PSOE de Sánchez entre C,s y
Podemos. Como el C,s también se ha escorado a la derecha, el PP morirá de
asfixia por falta de espacio que le han dejado estrecho los dos que le
aplastan, C,s y Vox. Cuando C,s y PP declaran a Sánchez y no a Vox como “el enemigo”, no
se percatan de que le están dejando el sitio que ellos abandonan por emular a
Vox.
(Sobre
este tema os sugiero la lectura de este texto.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario