miércoles, 3 de abril de 2019

1773 (X 3/4/19) Forcejeando por el centro político


El centro no es una dimensión absoluta sino que se define por su equidistancia de los extremos. Si gracias al empuje de los entusiastas radicales hacia la extrema derecha el PP y C,s se arriman a esa deriva apuntándose a la fiesta, alaridos y exabruptos incluidos, para no perder comba y los votos que creen que conlleva, la masa silenciosa que ocupa el centro moderado del PP queda desamparada y buscará refugio en las urnas del PSOE. Por la propia naturaleza de la cosas: pues el horror vacui de la naturaleza que no soporta el vacío rellena el espacio político del centro sin que nada ni nadie tenga que empujarlo a ello.
      Ese centro equidista del liberalismo a la derecha (mercado autorregulado e inhibición del Estado) y del socialismo a la izquierda (servicios públicos y asistenciales), aceptando el mercado como motor de la economía pero redistribuyendo la riqueza mediante impuestos: y eso es la Socialdemocracia. No habrá Europa, y una Europa justa, si no es socialdemócrata. Pero como centro, se deslizará hacia uno y otro extremo según la fuerza con que lo empujen.
      Que el centro gana siempre en las elecciones explica los codazos que se dan los partidos políticos para ocuparlo. Cuando irrumpen nuevas fuerzas extremistas, que no aspiran a la hegemonía sino tan sólo dar el espectáculo para que les dejen entrar en el juego político (o sea que se moderan con el tiempo para escorarse al centro ganador, ahí tenemos a Podemos), según el empuje que muestren el centro se desplazará del centro anterior al nuevo centro, por la misma razón que la manzana cae del árbol como efecto de la gravedad.
     Y ello es así porque la masa electoral, moderada, puede aceptar cambios pero los frena, no le gustan los sobresaltos, puede dejarse encandilar por empujes progresistas pero sin prisas, y porque las fuerzas conservadoras hacen de contrapeso necesario para equilibrar los cambios que con el tiempo se terminan imponiendo, véanse si no la aceptación del aborto, los LGTPI, el matrimonio de hecho y la homosexualidad…, cuya aceptación real como valor cultural por la sociedad va por detrás de su aprobación legal.
      Que se tache de chaqueteros a Rivera o a Sánchez, por sus cambios de posturas según el contexto, más bien deberían ser calificados de proteicos, adaptables a los cambios, pues la política es el arte de lo posible y los políticos tienen que acomodarse al medio…, si no quieren perder el centro.
   El PP lo tiene crudo. A su reciente pasado de corrupción y exabruptos por parte de los nuevos candidatos le deberán su hundimiento en el país y su despeñamiento en Cataluña. A ello ayudará sin duda la torpeza de emular a los que se muestran entusiastas con la derecha neofranquista. Los espacios quedan, pues, así configurados: el PP entre C,s y Vox y el PSOE de Sánchez entre C,s y Podemos. Como el C,s también se ha escorado a la derecha, el PP morirá de asfixia por falta de espacio que le han dejado estrecho los dos que le aplastan, C,s y Vox. Cuando C,s y PP declaran a Sánchez y no a Vox  como “el enemigo”, no se percatan de que le están dejando el sitio que ellos abandonan por emular a Vox.
       (Sobre este tema os sugiero la lectura de este texto.)

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