viernes, 23 de diciembre de 2016

1346 (V 23/12/16) El humor y la política

El humorista no puede dejar de meterse en política, reírse y hacer reír de la política, porque somos animales sociales y no podemos hacer nada que no sea político, en el sentido de que ningún acto ajeno no es indiferente ni podemos mostrarnos indiferentes con el comportamiento de los demás, sobre todo si son profesionales de la política. El humorista de pro ve a los políticos como un mal necesario, un mal inevitable, y trata por un lado de colocarlos en su sitio y ayudarnos a defendernos de sus mentiras, al tiempo que nos sirven de paliativo contra la ira que nos inspiran por su comportamiento. Lo que no impide que cada humorista se distinga por sus rasgos personales. Así, si tuviéramos que resumir en una sola palabra la identidad de algunos de ellos, diríamos que Forges es amable, El Roto un rompedor, Peridis historiador (de rabiosa actualidad), Ros un transgresor… (podéis continuar con los que más os gusten).
Ros (México, 1962) no identifica sus personajes con personas reales ni retrata la actualidad, sino que prefiere quedarse en la nube de la atemporalidad. De Ros se quejan muchos porque no entienden sus chistes, y eso que lleva publicándolos en España desde el año 2015. A eso contesta el interpelado que el lector no se quede en la superficie, que busque sus capas bajas, o que disfruten y se relajen fijándose en los detalles de sus dibujos; y si eso no basta, que lo lean al día siguiente; y si tampoco lo ven claro, que en cualquier caso no pidan que se les explique porque, y aquí la sorpresa, “si un chiste se explica, se marchita”, casí textual lo que escribimos en facebook el pasado domingo 18/12 (Lo explícito como spoiler) :
el chiste por bueno que sea
 si se explica … se estropea 

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