1. El androide que se volvió humano
Herr Jens Weidmann, Bundesbank |
Un androide es algo de forma humana que
cumple funciones técnicas sin que sus decisiones puedan contaminarse con
emociones humanas. En un relato de ciencia ficción le sería asimilable el
presidente de un banco central, apuesta J.I. Torreblanca, partiendo de la base
de que tal personaje debe tomar decisiones puramente racionales sin mezcla de
emoción alguna. Pero qué pasaría si alguno se dejara llevar por la emoción? Eso
es lo que daría pie al relato que del género de ciencia ficción pasaría a ser
dramático. Es el caso del androide humanoide Mon-Toro alemán, presidente del
Bundesbank, que ha caído en el error de humanizarse. Veamos. Al desobedecer el
italiano Mario Draghi, presidente del BCE (Banco Central Europeo), sus
instrucciones sobre la negativa rotunda a la compra de Deuda, ni en el mercado
secundario ni en el terciario, el alemán se subió por las paredes (allí sigue
todavía). Al publicarse su desacuerdo, único, con todos los demás presidentes
de los bancos centrales de los países europeos, traicionó su propio estatuto
que obliga a que las decisiones y debates del BCE sean secretos. Intentando
imponerse al presidente del BCE, como hasta ahora ha venido haciendo, delata su
verdadero propósito de regular la política monetaria del euro como si fueran
marcos, que es lo que le gustaría. Y achaca al resto de los países miembros
haber dejado el euro en manos de un italiano! Otro sentimiento humano,
mezquino, el del nacionalismo. Qué subyace en esta actitud de nuestro androide
aberrante? algo humano: el poder, poder, poder… A este androide hay que
resetearlo. Tiene que ser reprogramado (o desechado al contenedor de reciclajes)
2. Cataluña quiere irse
Pero a dónde? Por el norte no le deja el
Pirineo, por el oeste tiene a España, y por el sur y este se despeñaría a las
profundidades abisales de un mar cuya añoranza lleva sus
recuerdos hasta Grecia, Sicilia, Cerdeña. Pero a dónde vais! chalaos… (pronúnciese
en tono cariñoso). Oídme, los enemigos no son los españoles sino los políticos,
los centrales y los catalanes. Os creéis que les importáis? Sólo se importan
entre ellos. Fijaos, ya en la guerra de Troya (circa 1.200 ane.) en medio del fragor de la encarnizada batalla se
enfrentan a muerte el troyano Glauco y el aqueo Diomedes…, hasta que se
reconocen. “Eh, tú, quieto parao! Dónde vas? Pero tú no eres Glauco?”. “Y tú,
Diomedes!”. Los dos pertenecían a la misma clase de la nobleza, se conocían por
haberse visitado mutuamente, y ahora se despojan del escudo y de las armas y
departen sentados amigablemente. Intercambiaron las armas (hoy día sacarían el
bocata de tortilla y la bota de vino), “perdiendo en el trato Diomedes pues las
armas de Glauco valían sólo unos trípodes mientras que las suyas no se pagaban
ni con una docena de esclavas”, no recuerdo ahora sus precios. Y hora se
apuntan al independentismo porque saben que así ganarán vuestros votos, pero no
son de fiar. Esta cortina de humo vela sus corrupciones y sus recortes
sociales, escondiendo que es la
Comunidad que menos destina a sanidad y más a los sueldos de
sus políticos. Que no, mis amigos catalanes, que no! que no somos enemigos, que
vuestros enemigos los tenéis en la plaza de San Jaume, en la Generalitat.
3. Deporte femenino
El deporte tiene varias facetas, la
lúdica, la olímpica y la de terapia para desfogar el exceso de energía. Cuando
hablamos del deporte femenino no nos referimos al juego ni al terapéutico sino
al de competición, terreno masculino donde los haya. Pero la igualdad de
géneros que preconizamos nos obliga a ser consecuentes y a
animarlas a que también en este campo entre la mujer. Campo que por cierto ya
en la época minoica (Creta, 2.000 adne.) era
la mujer, que vemos pintada en las paredes del palacio de Cnosos
saltando con pértiga (garrocha) por encima de los toros o ganando las carreras
como Atlanta en Erimanto.
La resistencia sigue siendo fuerte en el mundo árabe donde se las obliga
a salir a las canchas con el velo, no sea que se rocen… y ya se sabe, se
empieza con el roce y no se sabe cómo se puede terminar. El mero movimiento
puede inducir al pecado y “afectar a la virginidad por el exceso de movimientos
y los saltos”. Hasta 2004 no hubo paralímpicos femeninos. Otra excusa para la misoginia es
la violencia que subyace en el deporte, algo nada femenino. Cuando la realidad
es justamente la contraria, una violencia lúdica que sirve de terapia o
profilaxis descargando el exceso de energía y la agresividad mediante la
reglamentación del encuentro, con un espacio y tiempo limitados, antes y
después del cual los contrincantes se saludan “deportivamente”. Incluso en
Occidente se segregan los géneros, y es difícil todavía imaginar equipos
mixtos. La segregación comienza ya en la escuela pues, como dijo Pio XI, “la
enseñanza mixta promueve la promiscuidad y la igualdad”, lo cual debe ser
terribilísimo. Fijaos por dónde andamos todavía. Puf! qué asco! verdad?
No hay comentarios:
Publicar un comentario