Colaboraciones
en prensa
1. de JJ.Millás
No es cierto que todos los partidos políticos sean iguales, pero sí que todos obedecen al mismo jefe. Hablamos de un tipo con pistola en la sobaquera que permite a los políticos jugar a las derechas y a las izquierdas a condición de que no se salgan del tablero. Así, el PSOE está autorizado a mostrar una mayor preocupación social que el PP, lo que se traduce, por ejemplo, en disputas acerca del regreso de la tartera a los colegios. Podemos discutir acerca de todo sin poner en cuestión las reglas del juego, que incluyen la eventualidad de que votes a un tipo que una vez en el poder diga sí donde juró no y proclame no donde declaró sí. Tododepende de las instrucciones que reciba del gánster. Si el gánster ordena que por robar una barra de pan te juzguen a las 48 horas y por robar 10.000 millones no te juzguen jamás, el sistema judicial, más plástico que el chicle, se encoge o se estira en función de esas disposiciones. No todos los políticos son iguales, claro que no, unos son más simpáticos que otros. Distintas sensibilidades pero el mismo jefe, que las alienta para provocar sensación de democracia. El modelo es la Iglesia, donde los teólogos progresistas ponen a parir a los teólogos conservadores, sin romper, increíblemente, con la institución. Definitivamente, hemos sustituido la democracia por el teatro, de modo que no necesitamos analistas políticos, sino críticos literarios.
El
gobierno obligará a los parados a realizar trabajos de limpieza.
Oigan, qué idea más buena. Pero ahora que sobran interinos en
educación, enfermeras en sanidad y otros trabajadores por doquier,
¿por qué no obligar también a los profesores que se queden en paro
a ayudar en las escuelas? O a las enfermeras a hacer turnos
gratuitamente en los hospitales, ¿quiénes estarán más preparadas?
Fontaneros, periodistas, trabajadores varios…, todo el que cobre
una prestación, hale, a ayudar a la comunidad. De este modo, además,
incluso podríamos despedir a más gente manteniendo la calidad en
los servicios públicos. Es más, ¿por qué no obligar a hacer lo
mismo a quienes nunca han trabajado o no tienen paga alguna? Al fin y
al cabo ellos también están usando las carreteras, los centros
sociales, todas las infraestructuras de nuestras ciudades sin
colaborar en su mantenimiento.
Miedo me da esta clase política que considera al parado no como una persona sino como una mierda. Se les olvida que el parado que cobra un subsidio sólo recibe lo que ya antes entregó a la sociedad. Y hablan del modelo chino. Como si el modelo chino no lo conociéramos desde hace siglos, se llama esclavitud.
Miedo me da esta clase política que considera al parado no como una persona sino como una mierda. Se les olvida que el parado que cobra un subsidio sólo recibe lo que ya antes entregó a la sociedad. Y hablan del modelo chino. Como si el modelo chino no lo conociéramos desde hace siglos, se llama esclavitud.
3.
de Angela Millán, de Zaragoza
Hace
cinco años me di de alta como autónoma y conseguí sobrevivir
dignamente. He pagado mis impuestos religiosamente, dándoles incluso
prioridad sobre otras deudas. Hasta que el año pasado cometí el
error de quedarme embarazada y al volver, tras los meses de baja, me
había quedado sin clientes. Afortunadamente existía la bonificación
para las mujeres en mi situación, pero cuando llamé, inocente de
mí, me informaron que un decreto del mes pasado eliminó todas las
bonificaciones a los autónomos y que, por tanto, tenía que pagar la
cuota de la Seguridad Social completa. Culpa mía por no leer el BOE,
y por creer que se podía ser madre y seguir trabajando. Mañana me
daré de baja como autónoma y me apuntaré al paro a cuya prestación
no tengo derecho por autónoma y por pringada. Lo peor es que mi
historia no tiene nada de especial, es una gota más en este mar de
despropósitos.
Y
una apostilla, de Fco. Villasante, de Madrid: Hace unos 30
años Alfonso Guerra afirmó que a España no la iba a reconocer ni
la madre que la parió. Yo puedo decir que a esta España de hoy,
tras las reformas del PP, mi madre empieza a reconocerla. Para ella
esta España de hoy se va pareciendo cada día más a la España de
su juventud, la España del franquismo. A Alfonso Guerra, hace 30
años, hablando de España se le veía feliz. A mi madre hoy, cuando
habla de España, se la ve profundamente triste.
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