1. Más sobre Cataluña
Ya expresé mi opinión sobre el tema catalán, la
última vez ayer mismo. Hoy traigo la opinión del editor Andreu Jaume para quien
el
viejo espectáculo —panem et circenses— catalán consiste en sublimar nuestros
problemas intestinos mediante un enfrentamiento dramático contra el Estado
español. Artur Mas declaró en una comisión de investigación sobre el caso
Palau y la presunta financiación irregular de CiU, que no querían “mezclar
la Presidencia de la Generalitat con el caso Palau”, una frase que
denuncia el carácter sagrado con que los nacionalistas ostentan el poder. Oriol
Pujol, por su parte, ha tenido muy presente las lecciones de su padre y,
cercado él mismo por sombras de corrupción, se ha apresurado a defenderse
declarando, envuelto en la bandera, que todo es fruto de una persecución por
parte del Estado (español) para frustrar las aspiraciones fiscales de Cataluña.
El poeta Gabriel
Ferrater se preguntaba ya en 1967 por las razones que impedían a la literatura
catalana la gestación de una novela que estuviera a la altura de la francesa,
la inglesa o la rusa. Ferrater concluye que los escritores catalanes no han
sido capaces de construir una novelística poderosa por miedo o incapacidad de
narrar los conflictos internos de su propia sociedad, que siempre se han
dirimido por medio de una oposición nítida y total contra España. Claro que
estos sentimientos patrióticos les vienen bien a los políticos que sacan votos
de ellos. El economista Xavier Sala i Martín asevera sin ningún pudor que si
Cataluña fuera independiente “sería una de las economías más sanas del mundo”.
Al parecer, por obra y gracia de la independencia, en Cataluña no hubiéramos
tenido ni siquiera burbuja inmobiliaria. A nuestra generación le urge denunciar
esa gran estafa política, que impide la formulación de un pensamiento propio y
matizado que demuestre que es perfectamente posible lo elemental: cultivar el
catalán y el castellano, abominar de la oposición futbolística entre Madrid y
Barcelona, denunciar la corrupción y los abusos de poder sea cual sea su
procedencia o su bandera política, sentirse español, súbdito británico,
catalán, mallorquín, pigmeo o apátrida si a uno le da la gana, y ser consciente
de que todo nacionalismo, como decía Josep Tarradellas, es al final reaccionario.
2. Más sobre la educación
Casi
dos millones de jóvenes españoles entre los 15 y los 29 años ni estudian ni
trabajan. Son los llamados ninis. La cifra la recoge un reciente informe
de la OCDE y corresponde al año 2010, por lo que no es arriesgado suponer que
la situación ha empeorado. La tasa oficial de paro juvenil en España es del
53,28%, un porcentaje que, en Europa, solo es similar al de Grecia. Un motivo es
la escasa implantación de la Formación Profesional. La otra es un sistema
adecuado de coordinación entre la escuela y la empresa que facilite el tránsito
hacia el mercado de trabajo. España es, junto a Turquía, el país con menor
porcentaje de diplomados en Formación Profesional de la OCDE. Las reformas que
prevé el borrador de la llamada Ley Orgánica de Mejora de la Calidad Educativa
contempla cambios de corte político con una clara tendencia a la
recentralización de la enseñanza y no garantiza la mejora de la calidad
educativa amenazada por los recortes presupuestarios. Mientras en Francia se libera
al sistema educativo de los ajustes del gasto público y se trabaja por
contratar a 60.000 nuevos profesionales en los próximos cinco años, aquí se ha
aplicado la tijera sin tener en cuenta que la educación es, fundamentalmente,
una inversión productiva de la que depende la competitividad del país. El alto
porcentaje de ninis registrados en España coincide con la creciente
huida de ciudadanos hacia otros países (40.625 en el primer semestre de este
año; un 44,2% más que en el mismo periodo del año anterior), lo que supone, en
parte, perder los beneficios de la inversión que España hizo en ellos. La
descapitalización es evidente y la falta de alternativas, dramática.
3. Más sobre parques aparcados
Terra Mítica abrió
sus puertas en 2000. Lo impulsaron la Generalitat Valenciana, la CAM, Bancaja y
las cajas rurales locales. La inversión final superó los 400 millones de euros
y se dimensionó para recibir 3,5 millones de visitas al año. Nunca pasó de los
1,5. En junio, la Generalitat y las cajas (que ya tenían el 71% del parque)
vendieron su parte por 65 millones de euros, aunque 45 irán a saldar la deuda,
por lo que apenas ingresarán entre todos 20 millones. La Comunidad de Madrid
vendió antes (en 2004) las acciones del Parque Warner, en funcionamiento desde 2002.
Isla Mágica, en Sevilla, se inauguró en 1997, y se mantiene abierto gracias a
las repetidas inyecciones de dinero que ha recibido a través de las antiguas
cajas de ahorros sevillanas, pese a lo cual no ha llegado a despegar lastrado
por las deudas. También Port Aventura ha sufrido su propio rescate. En su caso
fue La Caixa, que en 2004 tomó el control en lugar de Universal. En 2009 la
entidad financiera dividió el negocio. Se quedó con los campos de golf, un
hotel y los terrenos adyacentes, y vendió el 50% al grupo italiano
Investindustrial el parque de atracciones, el acuático y el centro de
convenciones. Proyectos como el Reino de Don Quijote (Ciudad Real) o Gran Scala
(Huesca) han acabado en la cuneta antes de nacer. Otros, ajenos a la ruinosa
experiencia reciente, siguen insistiendo en el mismo modelo. A pesar de todo,
además de Eurovegas en Madrid o Barcelona World, en junio el presidente de
Murcia, Ramón Luis Valcárcel, puso la primera piedra del parque que la
Paramount construirá en esta autonomía con el apoyo del Gobierno regional.
Mientras, en Valencia, Alberto Fabra negocia la instalación del parque Ferrari
junto al circuito de Cheste.
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