miércoles, 2 de mayo de 2012

302. reflexiones y otros disparates del día (2/5/12)

2 Textos 2 (publicados en El País)

Texto de Juan José Millás, 27/4/12
Desde que los ministros de Rajoy, en especial Montoro y Ana Mato, decidieron explicar didácticamente los porqués de la demolición del Estado, entendemos las cosas mucho mejor. He aquí un resumen, claro como el agua, de sus argumentos: Se pone precio a la sanidad para que continúe siendo gratuita y se expulsa de ella a determinados colectivos para que siga siendo universal. Se liquidan las leyes laborales para salvaguardar los derechos de los trabajadores y se penaliza al jubilado y al enfermo para proteger a los colectivos más vulnerables. En cuanto a la educación, ponemos las tasas universitarias por las nubes para defender la igualdad de oportunidades y estimulamos su privatización para que continúe siendo pública. No es todo, ya que al objeto de mantener el orden público amnistiamos a los delincuentes grandes, ofrecemos salidas fiscales a los defraudadores ambiciosos y metemos cuatro años en la cárcel al que rompa una farola. Todo este programa reformador de gran calado no puede ponerse en marcha sin mentir, de modo que mentimos, sí, pero al modo de los novelistas: para que la verdad resplandezca. Dentro de esta lógica implacable, huimos de los periodistas para dar la cara y convocamos ruedas de prensa sin turno de preguntas para responder a todo. Nadie que tenga un poco de buena voluntad pondrá en duda por tanto que hemos autorizado la subida del gas y de la luz a fin de que resulten más baratos y que obedecemos sin rechistar a Merkel para no perder soberanía. A no tardar mucho, quizá dispongamos que los aviones salgan con más retraso para que lleguen puntuales. Convencidos de que el derecho a la información es sagrado en toda democracia que se precie, vamos tomar RTVE al asalto para mantener la pluralidad informativa. A nadie extrañe que para garantizar la libertad, tengamos que suprimir las libertades.

Texto de Miguel Angel Aguilar 5/1/12
Qué alegría, señor presidente del Gobierno, cuando el domingo pasado le dijeron vamos a la casa de Esperanza, donde se clausuraba el Congreso del Partido Popular de Madrid. Eso sí que es un Congreso como Dios manda, con el 99,99% de votos a favor. Algún inconformista hubiera podido manifestar síntomas de esa clase de asfixia a la que se refería Elías Canetti cuando en 1945 escribió aquello de: “No se puede respirar. Todo está lleno de victoria”. Pero en el auditorio del Palacio Municipal de Congresos lo que había era un ambientazo de superioridad moral de quienes se sienten poseedores de las verdades reveladas, esas que los intelectuales de cabecera de la presidenta de la Comunidad de Madrid han codificado en un nuevo credo y unos nuevos artículos de la fe liberal para uso de la militancia de los madriles. Ahí están las soluciones para levantarnos de la ruina en que la izquierda, ahora instalada en la protesta, ha postrado a nuestro país. Es cierto que los servicios de asistencia debieron multiplicarse la mañana del domingo para atender algunos casos de empacho ultraliberal, pero parece que en su mayoría pudieron ser recuperados sin necesidad de efectuar su traslado a los centros hospitalarios concertados en previsión con la empresa privada. En todo caso, qué valiente su respuesta, señor Rajoy, de más reformas todos los viernes; qué pulso el suyo, sin temblor alguno, impasible el ademán, o mejor el alemán, procediendo al desguace del Estado de bienestar, donde tantos especialistas en la ociosidad sin descanso buscaban agazaparse; qué majeza la suya al exigir silencio a quienes osan protestar de modo insolente, cuando debieran estar batiendo palmas de agradecimiento por las atenciones que se les prodigan; qué ejemplo, en fin, para los de aquí y los de toda la Unión Europea, donde se oye el llanto y el crujir de dientes de los incapaces de seguir la disciplina de Nuestra Señora Merkel, medianera de todos los recortes y de todas las austeridades... Sigan los demás con sus festines, reclamando estímulos al crecimiento, en sintonía con los europeos degenerados de latitudes varias. Pero sepa que aquí queremos seguir viéndole cada viernes, tijera en mano y en lo alto las estrellas. Manténgase inasequible al desaliento. Al que no quiera caldo, dos tazas. Después de los destrozos en el Sistema Nacional de Salud y en educación, de la renuncia al I+D+i, de la reducción de las becas, de los jubilados jubilosos de colaborar mediante el copago de médicos y fármacos, se anuncia para este próximo viernes la anhelada privatización de otros servicios públicos como el transporte. Si la señora Margarita Thatcher pulverizó aquel orgullo del National Health Service y del British Railways, en época de plétora económica del Reino Unido, aquí un Gobierno como Dios manda, parece decidido a emular sin tardanza esos logros para estar a la altura... Las prestaciones sociales constituyen una anomalía a eliminar... Cueste lo que cueste, se ha de conseguir como prueba el incremento del paro hasta una tasa del 24,4%, a la que se sumará al menos otro medio millón de desempleados antes de fin de año; la rebaja de la calificación de las agencias de rating a España y a los bancos españoles y la huida del capital extranjero de nuestra deuda, por citar algunos signos recientes del alud de confianza desencadenado por la llegada de su señoría al Gobierno, donde hubo de heredar la indeseable situación en que nos había dejado su malhadado predecesor, el socialista José Luis Rodríguez Zapatero.

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