Con la iglesia nos seguimos topando, amigo Sancho
(metástasis crónica y endémica)
1. Obispos locuaces
El obispo de Alcalá (hágaselo mirar) pontifica que la homosexualidad es una enfermedad, una prostitución, un infierno, y que necesita de una terapia. Este señor es un obseso sexual, sin ninguna duda. Un remedio que les aconseja, por ejemplo, es que vivan en perfecta castidad, pues se puede vivir sin sexo. Ya puestos, que se corten una mano o caminen haciendo el pino, sin usar las piernas, si se trata de contrariar a la naturaleza…, pues se puede vivir sin ellas. Y va el de Tenerife, no sé si para arreglarlo, y lo glosa añadiendo que “los homosexuales le merecen todo el respeto, tanto como los terroristas…”(! sic). Habrá que añadirle “tanto como los obispos”. Se ríen de las leyes, miccionan en las sentencias, y además, sin tener ni puñetera idea de lo que hablan, nos dicen lo que tenemos que hacer, e incluso nos perdonan (¡?). Y encima nos roban la cartera… y se auto-justifican. Por no tocar el tema de la pederastia, cuyo término evitan llamándolo “traición a la gracia del orden natural sagrado”(¿!).. Hasta cuándo vamos a permitir que sigan abusando de nuestra paciencia?
2. El caso Galera colea
Resurrección Galera sigue sin cobrar la indemnización y sin ser readmitida en su plaza de Religión, por haberse casado por lo civil, a pesar de todas las sentencias que le favorecen, incluida la del Supremo. Pues bien, ahora resulta que el fiscal de Almería sale con que se opone a su readmisión... Desconozco los motivos en que se apoya para tomar esta decisión tan agresiva. Ni quiero saberlos, porque cualesquiera que sean (Concordato, derecho de la Iglesia a no readmitirla...), cuanto más fuertes sean, más disparatado hacen este disparate. Se trata, como hemos repetido tantas veces a lo largo de este blog, del sistema judicial surrealista que padecemos. Así que, una vez más, quousque tandem abutere...?
3. Mil niños robados
Hablan de mil, pero pueden ser más. De madres solteras, o no cristianas, para salvarles de sus madres. La iglesia católica, siempre del brazo del poder, se ha mal acostumbrado a querer dictarnos nuestra sexualidad y cuestionar los derechos de la mujer. Este tema de los niños, que es un buen exponente de adónde se puede llegar cuando la iglesia se monta en el machito, nos delata como una sociedad enferma que demanda a gritos que hay que meterla, ya! en el quirófano y sajarla de inmediato.
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