1. Marihuana doméstica
Como ya conocéis mi opinión de que ilegalizar la droga sólo consigue empeorar las condiciones de su empleo y enriquecer a los narcotraficantes, mientras que su “legalización” permitiría lo contrario, controlarla, las noticias como ésta del pleno del Ayuntamiento de Rasquera, en Tarragona, aprobando el cultivo de la marihuana “para salir de la crisis”, no sólo me divierten por su inocencia sino que me hacen sonreír con ternura, al constatar la escandalera que se arma cuando se rompe un tabú. Seguiremos este tema para ver cómo acaba, que espero sea para bien.
2. El futuro de la red
Qui lo sá? Internet se ha mostrado eficaz en la arena política como instrumento para destruir: la primavera árabe la tenemos ahí mismo, a la vuelta de la esquina. Pero no está claro que sirva para estructurar, construir, consolidar, la democracia. Quizás eso fuera pedirle demasiado. Su ideología de la “libre expresión” se parece sospechosamente a la libertad de circulación o la desregulación neoliberal. La eficacia en comunicar bien, por ejemplo decisiones, no es de por sí causa suficiente para tomar las decisiones convenientes que tienen que existir para poder ser difundidas.
3. Local versus global
En los nuevos tiempos que corren tendremos que aprender a convivir en dos niveles, el local y el global; por ejemplo en los idiomas, el materno y el estándar universal. No son incompatibles, todo lo contrario, se complementan. Profundizar en lo cercano y concreto nos permite y ayuda a entender mejor lo distante y universal. Eso explicaría el impacto “global” de películas tan “locales” como Furtivos, Nader y Simín, La familia de Pascual Duarte. Y así, si queremos hablar bien el inglés de todos (o la lengua que toque), antes tendremos que dominar nuestro idioma maternal. Como bien dice David Trueba, “contextualizar un relato de manera radical, imbricándolo con un terreno cercano y familiar, permite hacerlo universal a través de lo particular. Hablarte a ti mismo y a los tuyos, en tu idioma y en tus calles, es la más firme vocación de trascendencia (universal) que conocemos”.

Como ya conocéis mi opinión de que ilegalizar la droga sólo consigue empeorar las condiciones de su empleo y enriquecer a los narcotraficantes, mientras que su “legalización” permitiría lo contrario, controlarla, las noticias como ésta del pleno del Ayuntamiento de Rasquera, en Tarragona, aprobando el cultivo de la marihuana “para salir de la crisis”, no sólo me divierten por su inocencia sino que me hacen sonreír con ternura, al constatar la escandalera que se arma cuando se rompe un tabú. Seguiremos este tema para ver cómo acaba, que espero sea para bien.
2. El futuro de la red
Qui lo sá? Internet se ha mostrado eficaz en la arena política como instrumento para destruir: la primavera árabe la tenemos ahí mismo, a la vuelta de la esquina. Pero no está claro que sirva para estructurar, construir, consolidar, la democracia. Quizás eso fuera pedirle demasiado. Su ideología de la “libre expresión” se parece sospechosamente a la libertad de circulación o la desregulación neoliberal. La eficacia en comunicar bien, por ejemplo decisiones, no es de por sí causa suficiente para tomar las decisiones convenientes que tienen que existir para poder ser difundidas.
3. Local versus global

En los nuevos tiempos que corren tendremos que aprender a convivir en dos niveles, el local y el global; por ejemplo en los idiomas, el materno y el estándar universal. No son incompatibles, todo lo contrario, se complementan. Profundizar en lo cercano y concreto nos permite y ayuda a entender mejor lo distante y universal. Eso explicaría el impacto “global” de películas tan “locales” como Furtivos, Nader y Simín, La familia de Pascual Duarte. Y así, si queremos hablar bien el inglés de todos (o la lengua que toque), antes tendremos que dominar nuestro idioma maternal. Como bien dice David Trueba, “contextualizar un relato de manera radical, imbricándolo con un terreno cercano y familiar, permite hacerlo universal a través de lo particular. Hablarte a ti mismo y a los tuyos, en tu idioma y en tus calles, es la más firme vocación de trascendencia (universal) que conocemos”.
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