1. La desigualdad como objetivo
Nos parece tan evidente que deseemos la igualdad económica y social (al menos la de oportunidades, incluso en su mero aspecto pragmático de una clase media fuerte, pilar del crecimiento económico y de la democracia) que no se nos ocurre pensar que pueda haber gente cuyo objetivo sea justamente el contrario. Tomemos el ejemplo de la salud pública. El tema no es sanidad pública o privada. El tema es “todavía hay clases, qué se habrán creído estos pringaos”, la desigualdad como objetivo, que se marquen bien las diferencias. Escuchen (lean), si no, lo que se le atribuye a Romney, el candidato republicano a la presidencia de los EE.UU (y si non e vero e bene trovato): “si para sentirnos bien atendidos tiene que haber 50 millones de desgraciados hundidos en la miseria sanitaria, que sigan en la miseria”. La tímida reforma de Obama no entrará en vigor hasta 2014. Siete presidentes lo intentaron antes, entre ellos Roosevelt, Kennedy y Clinton, y ninguno lo consiguió. En el próximo mes de marzo el Tribunal Supremo de USA iniciará el debate oral de las querellas contra el seguro médico público admitidas a trámite, “una medida socialista, bolchevique, subversiva, en el fondo comunista, vergonzosamente igualitaria…” que obligaría a los seguros médicos privados a rebajar sus primas en picado. El millonario no sería posible sin repartirse el pastel a costa de los explotados, “despreciables perdedores cuyo desvalimiento es simplemente fruto de un proceso selectivo y natural”. En esa línea apuntan Valencia, Cataluña, Castilla-La Mancha, Madrid, Canarias..., o Cospedal que acaba de entregar cuatro hospitales al sector privado.
2. Crear empleo
Recuerdan la rotundidad con que se expresaba el entonces candidato Mariano Rajoy cuando nos exigía un acto de fe en su profunda convicción de que “ganar las elecciones sería un revulsivo para generar empleo, por la confianza que de inmediato generaría en los mercados”? Creación de empleo por arte de magia. Bueno, pues ahora resulta que otra que no, que lo que ocurrirá será todo lo contrario, que se demorará por mucho tiempo el crecimiento y la creación de empleo, como no podría ser de otra manera al someterse servilmente a los ajustes presupuestarios en lugar de apostar por una política de crecimiento de la economía. Si el modelo es Alemania, ok, introduzcamos la cogestión laboral en la gerencia y reduzcamos el horario en lugar de los puestos de trabajo cuando decaiga la actividad en las empresas. Pero es que hay más, en la nueva reforma laboral se abaratan los despidos, por lo que es más que previsible que éstos se disparen. A la diarrea que vemos que estos días aquejan a las más altas instituciones del Estado, ahora se añadirá la hemorragia de nuevas pérdidas de puestos de trabajo. Y por si esto fallara, ya tienen preparados 850.000 despidos de puestos laborales en la Administración y empresas públicas. Y exigían un acto de fe en su capacidad de crear fulminantemente puestos de trabajo!
3. Panarabismo
Hay dos pilares que lo sustentan, pero los dos son etéreos, ninguno real. Uno, el islamismo (religioso); el otro, el movimiento joven virtual (las redes, entre las que incluyo a Al Yazira, al utilizar las ondas televisivas para comunicar al mundo árabe global). Nasser consiguió algo, muy poco, la República Arabe Unida de Egipto y Siria, y sólo por tres años, de 1958 al 61, y Gadafi menos aún. Túnez intenta liderar una zona franca económica con Argelia, Marruecos y Mauritania, el Magreb, y en Oriente Medio se fragua el Mashrek por parte de las monarquías contrarrevolucionarias petroleras como muro de contención anti-iraní. Continuará.
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