sábado, 16 de agosto de 2025

2679 (S 16/8/2025) Disquisiciones sobre el odio

(De las 6 ilustraciones que he elegido no he conseguido decidirme por la más adecuada)

Caparrós husmea la palabra “odio” y acaba concluyendo que Trump y Milei (y la ultraderecha europea, añado yo) en la última década han enriquecido su práctica añadiéndole el descaro descarado, pasa contigo, tío? Porque han descubierto que hablar con odio (mejor con insultos a gritos) es un gran negocio y renta, sobre todo en el campo político.  Y es que la aversión o el rencor pueden ser pasivos, mientras que el odio actúa y ataca en consecuencia.

         Hay odios personales que no trascienden a la colectividad y colectivos que requieren jefes déspotas para enardecer a sus seguidores. Cuando un grupo carece de algo en común nada lo acopla tanto como inventarse un odio compartido. La India lo ha practicado a menudo provocando guerras fronterizas, inventándose enemigos entre sus vecinos para forzar la cohesión entre sus propios nacionales.

           El odio a los “otros” es un arma codiciada por jefes sin escrúpulos que incitan a sus seguidores sin cancúmenes a atacarlos porque ellos son un mal que hay que aniquilar a toda costa. Odiar es desear el mal al otro (inmigrante, infiel, zurdo, diversos diversos…) porque ellos son el mal, un mal que hay que aniquilar. Con ello se deshumaniza al “otro”, lo que nos permite destruirle pues es sabido que al instinto natural no le agrada matar sin motivo a los de tu misma especie. Para esclavizar a los trabajadores en las colonias había que argumentar que no tenían alma, que no eran humanos.
         No hay libertad cuando algunos la tienen más que otros. Ni hay libertad cuando, so pretexto de ejercerla, se recurre al odio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario