Nunca
me gustaron las mascarillas (aunque, muy a mi pesar, he cumplido con todas las
prescripciones normativas). Pero no voy a negar que, junto con las vacunas, han sido útiles para superar esta pandemia. Lo que no tengo tan claro es si los efectos positivos que han conseguido compensan los negativos que producen, el pánico, la paranoia, el recelo a los demás, el aislamiento... Dicho lo cual,
siempre me parecieron un alarde de
protección administrativa y un instrumento de amedrentamiento y sumisión, inyectándonos
el miedo que tanto les gusta a las autoridades públicas y a las religiosas. El temor
incrustado hace que a los niños en su mayoría les cueste ahora quitárselas. Un
menor de 9 años, por cierto muy guapo, en la radio se negaba a quitársela
porque sin ella quedaba feo.
Por fin tenemos que
tratar a este virus como uno más, al que hay que combatir con nuestras defensas
naturales, o con vacuna anual, como la gripe, con "normalidad", y no con histerias. Y conste que no soy negacionista, repito, me he
puesto todas las vacunas y me puse siempre la mascarilla a pesar de la asfixia
que me causaba.
En
julio pasado me pusieron una multa por llevarla debajo de la nariz en el andén
(casi vacío) de la estación de Zaragoza. Y me apetece contarla. La rechacé con las siguientes
consideraciones:
"En relación con su escrito de 31
de marzo de 2022, recibido ayer 5 de abril de 2022, sobre el expediente
50/XXX, por la presente les informo que con esta misma fecha he
transferido la cantidad de 60 € (sesenta) a su cuenta ESXXXX tal como me reclamaban en el mismo.
El
motivo de la multa, según me dicen, es doble:
-por
no llevar “mascarilla en un espacio al aire libre y
-por incumplir la distancia de 1,5 m”.
A ello debo aclararles que la distancia
con la pareja más cercana (y casi única) en el andén de la estación de trenes
en Zaragoza/Delicias no era de 1,5 m sino de más de 10 m en otro banco distinto
del que yo utilizaba para mí solo.
Y que sí que llevaba mascarilla, aunque
por debajo de la nariz, lo cual me recriminó el agente y a lo cual reaccioné
subiéndomela de inmediato. Y punto. Y eso fue todo, sin amenaza de multa ni
nada parecido. Pero fue entonces cuando, con mal tono e innecesariamente,
señalándome agresivo con el dedo índice me espetó: “¡Y que esta sea la última y
no tenga que venir a decírselo de nuevo!”, lo que me hizo levantarme y decirle
a mi vez: “¡Y que esta sea la última que me levanta usted la voz y me habla en
ese tono!”, y le pedí que se me identificara, limitándose a señalarme su placa.
A lo cual reaccionó poniéndome la multa, que ya no era por la mascarilla que ya
tenía puesta sino por levantarme, y mirarle de frente y no haberme sometido
dócilmente tal como por lo visto él esperaba.../...
(Como veis todo ayuda a la prepotencia del agente y a la subordinación del ciudadano. De aquí a la presunción de la veracidad de la versión del agente sobre la del ciudadano, de la ley Mordaza, hay solo un paso.)
En cuanto al pago de la multa en
absoluto significa mi aquiescencia sino que tan sólo lo hago para evitarme más
molestias como ésta que a mi edad me resultan irritantes. Si aceptan mis
argumentos, sería un buen detalle que me devolvieran el importe transferido por
60 €, de cuya transferencia adjunto justificante bancario."
A chulo no hay quien te gane.... salvó que vaya provisto de "placa"! Y a disfrutar respirando sin la mascarilla
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