Se estima en 800.000 millones $ USA la riqueza de los oligarcas rusos en paraísos fiscales offshore, fuera de su país. Estos paraísos fiscales se sitúan principalmente en 16 países, cinco de los cuales son miembros de la UE, a saber, Irlanda, Holanda, Luxemburgo, Malta y Chipre.
Piketty sugiere que es urgente centrar las
sanciones en la capa social de los multimillonarios en la que se apoya el
régimen, unas 20.000 personas que, no siendo más que 0,02% de la población rusa
adulta (de 110 millones de habitantes), poseen más de 10 millones $ USA en
activos inmobiliarios y financieros que en su mayoría están en países
extranjeros. Los Estados occidentales podrían imponer un fuerte impuesto sobre
estos activos, a una tasa del 10% al 20% para empezar, congelando el resto como
precaución. Amenazado con la ruina y la prohibición de viajar a Occidente
podríamos apostar a que este grupo sería capaz de hacerse oír en el Kremlin
moscovita.
¿Por qué no se ha avanzado todavía en
esta dirección? Pues porque los ricos occidentales temen que esa transparencia
acabe por perjudicarlos. Los países occidentales comparten con Rusia y China
una ideología hipercapitalista desenfrenada y un sistema jurídico, fiscal y
político cada vez más favorable a las grandes fortunas.
Ya lo vimos en la entrada 2166 del 10/3
donde Krugman nos avisaba que el arma más poderosa de Occidente es la de
perseguir las fortunas de los oligarcas rusos en el extranjero, que suponen el
85% del PIB de su país. Los ricos rusos
han depositado la gran mayoría de sus cuantiosas sumas fuera de sus fronteras,
en bancos, en yates, en inmuebles…, lo que les crea una enorme vulnerabilidad
que Occidente puede explotar. Tenemos los medios para someter a una enorme
presión financiera al régimen de Putin (y no a la economía rusa) pero ¿estamos
dispuestos a hacerlo? El problema es que hay bastantes personas influyentes,
tanto en los negocios como en la política, que comparten profundos enredos
financieros con los cleptócratas rusos. Por lo que perseguir el dinero ruso
blanqueado complicaría la vida a todos los que practican el blanqueo, sean de
donde sean. Adoptar medidas eficaces contra el punto más débil de Putin
exigiría enfrentarse a la propia corrupción en Occidente. ¿Estamos dispuestos a
ello?
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