Tres temas en los que discrepo de una pretendida mayoría: la condena social de Woody Allen, la labor de Otegui en la canalización política de la violencia etarra, y las cifras oficiales sobre la pandemia.
No me hacía
falta que un tribunal europeo, nada menos que el de Derechos Humanos de Estrasburgo,
anulara por injusta la sentencia del caso Bateragune que condenó a Arnaldo
Otegui, etarra que sufrió y cumplió condena, y que junto con Alfredo Pérez
Rubalcaba hizo posible la pacificación de ETA mediante su integración en las
instituciones políticas de España.
Por último no necesito apoyarme en ninguna de las múltiples citas que hacen referencia al absurdo de las disparatadas cifras oficiales sobre la pandemia, desde el mismo mes de marzo. (Único reparo al encomiable esfuerzo de Illa y Simón.)
(En las tres iba bien encaminado. Si es que me miro al espejo y no paro de admirarme.)
(P/S.: Ví en las Noticias del mediodía del jueves 2 que el Consejero de la inefable presidenta, refugiada debajo de alguna cama, sacaba pecho para autocorregirse: que no, coño, que no, que sólo se trataba de un registro, joé, vaya por dió.)
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