martes, 28 de julio de 2020

2028 (M 28/7/2020) Rastrear: Someter una zona a un examen detenido en busca de algo o de alguien (en particular)

Si, como ocurre en el fútbol, la mejor defensa es el ataque, deberíamos dejar de dar palos de ciego confinándonos a nosotros y contraatacar confinando al virus. Uno de los instrumentos que goza de más consenso a estos efectos es el rastreo: identificar a quienes han estado en contacto con los nuevos contagiados para cercarlos (confinarlos, pero a ellos, sólo a ellos, no a todos los demás) antes de que inicien un contagio comunitario. Parece que un mínimo estándar para garantizar un rastreo eficaz serían 25/30 rastreadores por cada 100.000 habitantes.

       Y aquí entran en escena dos modelos ejemplares, Madrid y Barcelona, que en un ejercicio de rebeldía creativa y aportación a esta lucha, no sólo reducen esa cifra a una décima parte, 3 por 100.000 (180 rastreadores en Madrid para una población de 5,4 millones de habitantes, o lo que es lo mismo, 1 rastreador por cada 30.000 habitantes) sino que encima lo explican: si necesitáramos más reclutaríamos más, nos costaría poco hacerlo, pero si con éstos tenemos los necesarios, para qué queremos más? con lo que dan a entender que, al no identificar más que los que consiguen, consiguen que no haya más contagiados que los que han conseguido identificar, bravo! a ver quién los supera, cuando en realidad desconocen el número real de contagiados por no haberlos podido identificar.

     Así que, repito, no reclutan más rastreadores porque no tienen, dicen, más contagiados a los que rastrear, ignorando que no saben cuántos contagiados tienen al carecer de suficientes rastreadores para identificarlos, cuantificarlos, confinarlos, y dejar así blindados a todos los demás.

      De este modo consiguen de rebote otro objetivo: dar una cifra de infectados inferior a la real, lo que les sitúa en la cabeza de los mejores gestores de esta pandemia, sirviendo de modelos ejemplares para el resto de la sociedad. Y con estos argumentos se sienten tan felices y orgullosos, por el escaso número de infectados (reduciendo el número de contagiados a solamente los que han sido detectados) tanto que ya no necesitan ni de mascarillas, para qué, quién va a enseñarles a ellos cómo tienen que actuar?


P/S.: Veo en las Noticias del mediodía de hoy que la inefable presidenta anuncia la imposición de la mascarilla. Vaya por dió.

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