martes, 17 de septiembre de 2019

1937 (M 17/9/19) Quién quiere pagar impuestos?

Pocas promesas demagógicas en las campañas electorales son tan falsas, irracionales y eficaces como la reducción de los impuestos. Y mira que cada nuevo Gobierno repite la vieja experiencia, como luego no se les piden cuentas… Habría que penalizar, con ceses e inhabilitaciones incluidas, las mentiras de los políticos y sus promesas incumplidas.
      Jesús Ruiz-Huerta analiza los argumentos que la derecha maneja en este tema destacando cuatro de ellos al que yo añadiré un quinto.
          1. halagar al ciudadano siempre dispuesto a escuchar ese canto de sirena. Esta incultura tributaria se refuerza con la mala administración de los recursos públicos y el saqueo permanente al que son expuestos por los políticos corruptos.
        2. la aversión liberal a lo público y consiguiente fe en los mercados e iniciativas privadas para solucionar los problemas de los ciudadanos.
      3. la falsa teoría (la curva de Laffer, aplicada sin ningún éxito por Reagan) de que cuanto menores son los impuestos mayor es la recaudación. Y esto por dos motivos: porque aumentará la producción de bienes y servicios y consecuentemente será mayor la base imponible tributaria, y porque el dinero ahorrado por la rebaja de impuestos se reinvertirá creando nuevos puestos de trabajo. La experiencia ha demostrado todo lo contrario. La codicia de los ricos es mayor cuanto mayor es su riqueza, que se debe precisamente a su ansia de acumulación de su dinero, lo que le impide rascarse el bolsillo para nada que no sea su beneficio propio. Lo que sí demostró Laffer es que las explicaciones justificativas son eficaces a efectos prácticos.
      4. la competencia fiscal que hará que un territorio, o Comunidad, con impuestos inferiores atraerá inversiones que se irán de otras comunidades con tributos superiores. Pero si los fines (lícitos, virtuosos) nunca justifican medios (ilegítimos, viciosos), no te quiero contar ya si los fines son ellos mismos perversos, ilegítimos y viciosos.
    5. Y yo añado una consideración más. La estúpida barbaridad, demostradamente falsa, de que los ricos reinvertirán lo que se ahorren en impuestos, lo que redundaría en una menor desigualdad económica y social, choca contra la propia naturaleza de los ricos: el rico lo es más, y disfruta más, cuanto más pobre sea el pobre. No habría guapos sin feos con los que contrastar, ni gordos sin flacos, ni ricos sin menesterosos.

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