Las versiones teatrales modernas de
los antiguos mitos griegos me irritan sobremanera. Adolecen de una falta de información,
por no decir de cultura, que levantaría de su tumba a Esquilo, Sófocles o
Eurípides. Con una ignorancia absoluta del contexto de su tiempo, convierten a
las diosas y/o heroínas griegas en personajes vacíos eurocéntricos de la época
actual. Y así, Medea, por ejemplo, quema el palacio de Corinto con sus hijos
dentro, sus hijos habidos de Jasón, porque es una malvada perversa que asesina
a su familia por una cuestión de celos, cuando realmente la sacerdotisa que
cuidaba del vellocino de oro en el Cáucaso gobernaba una comunidad maternal
donde todos los miembros de la comunidad serían considerados como sus
"hijos". Y el asesinato no sería tal sino más bien un sacrificio
ritual.
Ariadna dormida |
O el caso de Ariadna, otra sobresaliente figura de una época matrilineal, como en efecto lo era en el Cáucaso, Creta, y todo el Mediterráneo, sobre todo en las islas Baleares, que debería ser representada, como Palas Atenea, con el arrojo y la fuerza de quien gobierna en una importante comunidad. Cuando después de salvar a Teseo de las "garras del Minotauro", Ariadna permanece en la isla de Naxos, la interpretación patriarcal errónea es la de un abandono por Teseo (por Diónisos, dicen algunos), cuando la realidad es que fue Ariadna la que abandonó a Teseo porque Naxos pertenecía a Creta y salir de su jurisdicción habría significado ceder su posición social preeminente al entrar en territorio (casa) del marido, lo cual era el prólogo de la inminente institución del matrimonio. Pero representarla tal como está en esta ilustración, recostada en postura holgazana y sensual, a la que sólo le falta que se pinte las uñas y los ojos, es un insulto al mito, al personaje y a la inteligencia.
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N/B.: No deja de sorprender que la censura
patriarcal haya reescrito los mitos antiguos de forma que diosas, sacerdotisas
o heroínas, con personalidad y méritos propios, hayan sobrevivido en la memoria
sólo por ser amantes de héroes varones (Medea con Jasón, Ariadna con Teseo,
Helena con Menelao...), aunque no han podido evitar que las veamos como las
verdaderas heroínas sin las cuales sus parejas masculinas no se habrían comido una rosca.
Las tres ilustraciones son muestras de la exposición "Con la boca abierta" de Cristina Rodero
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