miércoles, 27 de marzo de 2019

1767 (X 27/3/19) El O (cero)

Parece un número tonto, casi inútil, verdad? pero para nada lo es. El número O es el gran invento de los números. Su descubrimiento en la India permitió desarrollar las matemáticas tal como las conocemos hoy. Los números romanos no lo incluyeron y por eso nunca podrían haber avanzado en esta materia. Einstein, Leibnitz, Newton… no habrían podido aportarnos sus conocimientos sin la ayuda de este “número”. El cero matemático es el pilar, sin ir más lejos, de la informática (sistema binario 0 y 1) y está estrechamente relacionado con la noción de la “nada”, centro de atención en la filosofía existencialista de Heidegger.
    La civilización india es la cuna de este invento, de uso universal en el siglo XXI. La palabra «cero» proviene de la traducción de su nombre en sánscrito shunya  (vacío)(*) al árabe sifr (صفر, la voz española «cifra» tiene su origen en sifr). El primer testimonio del uso del «cero indio» está datado en el año 683. Los árabes lo transmitieron por el Magreb y Al-Ándalus, pasando posteriormente al resto de Europa.
    Antiguas y grandes civilizaciones -como las del Antiguo Egipto, Babilonia, la Antigua Grecia y la civilización Maya- poseen documentos de carácter matemático o astronómico mostrando símbolos indicativos del valor cero, pero  no supieron obtener el beneficio de este descubrimiento. El cero apareció por primera vez en Babilonia en el siglo III a. C., aunque su escritura en tablillas de arcilla se remonta al 2000 a. C. Los babilonios utilizaban un sistema de base 60. Con su escritura cuneiforme no era posible distinguir el número 23 del 203 o el 2003, aunque esta ambigüedad no pareció preocuparles. El cero también surgió en Mesoamérica e ideado por las civilizaciones mesoamericanas antes de la era cristiana, por la cultura Maya.
     Los romanos no utilizaron el cero. Sus números eran letras de su alfabeto; para representar cifras usaban: I, V, X, L, C, D, M, agrupándolas. Para números con valores iguales o superiores a 4000, dibujaban una línea horizontal sobre el «número», para indicar que el valor se multiplicaba por 1000.
  El cero (zefhirum) fue introducido en Europa por el matemático italiano Fibonacci en el siglo XII. Las autoridades eclesiásticas lo tildaron de mágico o demoniaco.La iglesia y la casta de los calculadores profesionales —clérigos en su mayoría, que utilizaban el ábaco— se opusieron a su uso frontalmente, vetando la nueva álgebra, en algunos lugares hasta el siglo XV.
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(*) sánscrito significa gráfico númerico, que fue anterior a la escritura. El shunya significa tanto el vacío como la ausencia, la nada, lo insignificante, lo despreciable, lo nulo, el punto, el agujero, el éter, la atmósfera, el cielo, el espacio, el firmamento, la bóveda celeste, la inmensidad del espacio, el viaje sobre el agua, el pie de Vishnú, el cénit, la plenitud, lo completo, la totalidad, la integridad, lo completo, la serpiente de la eternidad y el infinito. 
     

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