He
visto su última película Dolor y Gloria.
Una vez más, me digo como en todas, se acabó, ya no veo ninguna más. Porque
Almodóvar nunca me entusiasma (con la excepción de Mujeres…, del 88), nunca me dice nada. Pero llega la siguiente, y
hala, a verla, el mismo día del estreno. Será envidia? pura envidia cochina…
Porque empezamos juntos, en el 80, él con Pepe, Lucy, Boom y yo con Femenino Singular, pero él triunfó, y
yo, no. El montaba su primera película
en la planta baja de Cinearte y yo la mía, última,
en la planta superior. Pero Pedro es un comunicador nato, y yo no me comunico ni
conmigo. De allí se lanzó como un cohete al estrellato mientras que yo les
decía adiós, a los dos, al cine y a Almodóvar, pura envidia cochina? digo yo.
(Diez años más tarde hice tres largos, a
cual peor, y más de 50 cortos pero en video doméstico, VHS, y con un equipo de
amigos, amateurs.)
A
estas alturas no vamos a descubrir a Almodóvar, que se ha ganado a pulso un
respeto y reconocimiento internacional. Valiente, sincero, todo un profesional,
sabe hacer cine como pocos…, pero sigue sin llegarme. Esta película última, y
pido disculpas antes de decirlo, me parece un exhibicionismo que raya en lo
impúdico. Si es autobiográfico, porque no se puede imponer a los demás. Y si es
ficción, al remedar intimidades no puedo evitar censurarlo por lo mismo. A
parte de que me aburrió (perdona, Pedro, pero me aburrió). Y Antonio Banderas
me da la impresión de que, más que interpretar un personaje, está mirando a
Hollywood buscando el galardón.
Veo que Boyero lo ve así también, cuando
escribe: “no logro que la necesidad de curación de este director tan
universalmente famoso y admirado como íntimamente perdido me remuevan el alma,
ni poco ni mucho ni nada… Todo está previsto para el éxito académico y una
venturosa carrera comercial. Mi problema con su interpretación (la de Banderas) es que el personaje me
deja frío o me huele a la eterna impostura”.
Y Almodóvar dice de su peli: “No es
autoficción, pero la película parte de mí mismo. Todo en mi cine es
representación, huyo del naturalismo, no pretendo que mis películas parezcan
reales; pero sí que el espectador se reconozca en ellas…” para luego contradecirse:
“No habría guion si no hubiera sido operado de la espalda y vivido el largo
posoperatorio y la inmovilidad que (me)
vino después, así como el cambio radical que experimentan los músculos para compensar
la “fijación” de la mitad lumbar. Pero no
quiero hablar de ello, no soy una víctima ni quiero que se me vea así.” Bueno, pues vale. Porque el autor no puede evitar exhibirse. Pero el
arte está en disimularlo. Y encima hacer creer al lector/espectador que el
relato/video se refiere a él.
Así que..., sí, ya sé que en el arte si quieres
comunicarte tienes que ser sincero. Desnudarte. Pero yo no sé que me pasa con
Almodóvar, que no acabo de…, de… Y mira que le admiro. Incluso le rindo culto,
aunque no lo parezca, ni me creáis.
(Sigue, Pedro. Que seguro que acudo a la
próxima el día del estreno.)
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