José, Valentín, Manu y Erundino |
José
abandonó el programa, en el número 373, el 18 de diciembre, “por causas
personales” (para cuidar a su ganado? de medio centenar de vacas en Casillas de
las Flores, Salamanca) y nos abandonó a todos el 28 de febrero, con 57 años,
por un infarto de miocardio. El impacto que ha causado la noticia ha sido
general, pues supo ganarse con su vasta capacidad y su buen humor el afecto de
cuantos le seguíamos. Su ausencia fue cubierta por Alberto, también
exconcursante de “Saber y Ganar”, que ha demostrado estar a la altura
del grupo reconstituido.
Sergio
del Molino le ha dedicado un panegírico funerario, Pinto. La autenticidad de
José Pinto no se puede fabricar, que reza como sigue:
“El
duelo por la muerte del concursante de '¡Boom!' y 'Saber y ganar'
ha sido una catarsis que ha recordado que la televisión la hacen personas y no
solo personajes. Vivimos en un mundo donde todos interpretamos un texto ajeno.
No solo en la pantalla, con políticos que repiten consignas y
argumentarios (sic) y presentadores que leen
el teleprompter, sino en cualquier aspecto de la vida: empleados que
dicen lo que sus jefes esperan que digan, jefes que dicen lo que creen que les
va a hacer más jefes, profesores con adoctrinamiento pedagógico, padres que te
dicen frases terribles por tu bien y hasta columnistas que dan rodeos retóricos
para llevar al lector a huertos donde nunca entraría por su propio pie. Cuánta
gente conocemos que solo habla con frases hechas y jerga aprendida como
mantras, sin que logremos escuchar una sola palabra espontánea.
José
Pinto hablaba sin guión. Era un concursante, no le escribían las frases. Sedujo
a la audiencia plantándose frente a la cámara y siendo él mismo. Por eso su
muerte ha sido llorada como la de un amigo. Ningún personaje, ningún producto
salido de la cabeza de nadie e interpretado por el cuerpo de otro, puede
sustituir a una persona espontánea y directa. José Pinto no se podía fabricar.
Por eso es insustituible.”
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