sábado, 2 de marzo de 2019

1742 (S 2/3/19) José Pinto

José, Valentín, Manu y Erundino
José fue el primero al que llamó Valentín, el que tuvo la idea de formar un cuarteto, Los lobos, para concurrir al programa Boom! de Antena3. Luego llamarían a Manu y a Erundino, vaya cuatro!, que en sus actuaciones en el concurso de La2 “Saber y Ganar” habían demostrado su valía. Los cuatro, pues, venían de la La2. Por haber llegado a ganar 300 programas seguidos se les concedió el premio de Record Guinness. Y siguen. Hoy llevan más de 400 programas sin perder (419), desde mayo de 2017, y han acumulado unas ganancias de más de 2 millones € más un bote adicional, muy difícil de conseguir, con otra posible cantidad cercana a 4 millones € a fecha de hoy.
        José abandonó el programa, en el número 373, el 18 de diciembre, “por causas personales” (para cuidar a su ganado? de medio centenar de vacas en Casillas de las Flores, Salamanca) y nos abandonó a todos el 28 de febrero, con 57 años, por un infarto de miocardio. El impacto que ha causado la noticia ha sido general, pues supo ganarse con su vasta capacidad y su buen humor el afecto de cuantos le seguíamos. Su ausencia fue cubierta por Alberto, también exconcursante de “Saber y Ganar”, que ha demostrado estar a la altura del grupo reconstituido.
Sergio del Molino le ha dedicado un panegírico funerario, Pinto. La autenticidad de José Pinto no se puede fabricar, que reza como sigue:
   “El duelo por la muerte del concursante de '¡Boom!' y 'Saber y ganar' ha sido una catarsis que ha recordado que la televisión la hacen personas y no solo personajes. Vivimos en un mundo donde todos interpretamos un texto ajeno. No solo en la pantalla, con políticos que repiten consignas y argumentarios (sic) y presentadores que leen el teleprompter, sino en cualquier aspecto de la vida: empleados que dicen lo que sus jefes esperan que digan, jefes que dicen lo que creen que les va a hacer más jefes, profesores con adoctrinamiento pedagógico, padres que te dicen frases terribles por tu bien y hasta columnistas que dan rodeos retóricos para llevar al lector a huertos donde nunca entraría por su propio pie. Cuánta gente conocemos que solo habla con frases hechas y jerga aprendida como mantras, sin que logremos escuchar una sola palabra espontánea.
         José Pinto hablaba sin guión. Era un concursante, no le escribían las frases. Sedujo a la audiencia plantándose frente a la cámara y siendo él mismo. Por eso su muerte ha sido llorada como la de un amigo. Ningún personaje, ningún producto salido de la cabeza de nadie e interpretado por el cuerpo de otro, puede sustituir a una persona espontánea y directa. José Pinto no se podía fabricar. Por eso es insustituible.”

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