Antes Europa era la
solución, ahora es el problema. Europa se nos desinfla. Alemania se supone que
debe liderar la recuperación de la ilusión, nuevos proyectos, pero se muestra
agotada. Es lo que dice Silke Mülherr subdirectora de Die Welt.
No sé bien si el agotamiento
de Alemania es causa o efecto del desinfle europeo. Lo que sí sé es que gran
parte de los motivos de esta anemia ha sido la política económica neoliberal austérica
que desde el Buba de Frankfurt ha ensanchado la desigualdad económica y social enriqueciendo
a los ricos y ensañándose con los menos favorecidos. Todo empezó acaparando Alemania
el euro y haciéndolo alemán en lugar de europeo, como se muestra en las primas
de riesgo que hacen que un euro cualquiera sea más caro que un euro alemán. Si
el euro fuera el mismo en toda Europa, cómo se explica que por un crédito en
Polonia o en Irlanda se pague un tipo de interés más alto que en Alemania? Y
fruto de esa miopía es el desfallecimiento de la economía alemana empachada por
el éxito.
Hungría y Polonia
están dando un mal ejemplo a los candidatos a integrarse, como Macedonia. Las
ayudas económicas están bien, muy bien, pero la medicina que necesitamos es más
emocional, más abstracta, ilusionante. Y sin embargo crece cada día el euroescepticismo
y la desconfianza hacia un proyecto que no acaba de cuajar. “Todo ello da
testimonio de una pusilanimidad y un desánimo por los cuales quizá algún día
tengamos que justificarnos ante nuestros nietos, suponiendo que nos planteen la
pregunta de por qué abdicamos de Europa con tanta frivolidad cuando todavía
podíamos defenderla.”
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