martes, 19 de febrero de 2019

1729 (M 19/2/19) La España interior se queda vacía

La despoblación del medio rural y el éxodo a las ciudades, ése era el tema. En un futuro próximo no sé qué inmenso % vivirá en las ciudades que cada vez serán más grandes y los pueblos más vacíos. Ese era el tema, he escrito, porque ahora el asunto es otro: la succión de las ciudades menores por las grandes. Y las grandes megalópolis generan una enorme brecha de desigualdad y de tensión económica y social.
    Antes que nada quiero citar dos publicaciones que me impactaron sobre esta materia: La Lluvia amarilla de Julio Llamazares y La España vacía de Sergio del Molino. Ahora me refiero a un reportaje de J.M.Abad Liñán, España afronta la segunda oleada de despoblación.
      El padrón de 2018, publicado a principios de este año, dibuja dos Españas. Una, pujante, que ha visto crecer su población en la mayoría de sus ciudades y pueblos grandes en la última década. Pero en la otra, en decadencia, ha ocurrido lo contrario. La España que no está bañada por el mar (en especial el mar Mediterráneo), salvo Madrid (y su zona residencial apéndice en Guadalajara), se ha dejado por el camino un cuarto de millón de habitantes desde enero de 2008 hasta enero de 2018. La despoblación ya ha llegado a las capitales de comarca, incluso a muchas de provincia del interior de España.
La caída demográfica de las poblaciones importantes se hace notar en especial en provincias como las de Asturias, Jaén o Albacete. Allí, de 2008 a 2018, han perdido habitantes nueve de sus diez mayores municipios. En cuatro provincias de Castilla y León (Avila, Burgos, Soria y Zamora) así como en Teruel, ocho de las diez mayores localidades han menguado también en esa década. Son sobre todo las áreas metropolitanas de las ciudades grandes, como la de Madrid o Barcelona, las que han impulsado a varios de sus municipios a crecer por encima del 50% en apenas diez años. La mayoría de las personas que se mueven buscan unas mejores condiciones de vida, igualdad de oportunidades y empleo.
   ¿Qué tienen en común estas ciudades mermadas? Suelen compartir tres ingredientes demográficos. Primero: una baja fecundidad (la tasa mínima para asegurar el reemplazo de una generación por la siguiente es de 2,1 hijos por mujer; la media española ronda el 1,3, la segunda peor de Europa); segundo: un aumento de la mortalidad, porque quienes se quedan son los más viejos; tercero: la salida de inmigrantes que vivían en estas localidades, de media más fecundos y que, sin ataduras con ningún terruño, son más propensos a cambiar de residencia que sus vecinos españoles.
       Y no es sólo que nacen menos niños, es que cada vez hay menos mujeres en edad de tenerlos. Además de que los bajos salarios actuales hacen retrasar la decisión de formar pareja y tener hijos.
  Las carreteras y la obligación de desplazarse lejos han hecho parte del resto: Cada vez más las personas en edad productiva están dispuestas a hacer kilómetros y kilómetros para ir a trabajar, y eso está afectando a las pequeñas ciudades que están cerca de otras medianas y grandes.
       El desequilibrio territorial en España se muestra en los 7,5 millones de habitantes que viven en seis grandes municipios, mientras que 1.355 de los más pequeños apenas suman 75.000 personas en su conjunto. Dicho de otro modo: en el 16% de los municipios, aquellos que no llegan a 100 habitantes, vive solo el 0,2% de la población de España. Hay 249 ciudades con una población entre 20.000 y 100.000 habitantes y grandes ciudades (por encima de 250.000) de las que solo seis superan el medio millón".

No hay comentarios:

Publicar un comentario