La siguiente publicación de Irene
Vallejo Amores cazadores en El Heraldo del 11/02/2019 merece comentarios, pero contaminarían el texto original. Así que os lo comparto tal cual:
Ciertas palabras de amor, cuando
toman forma de metáforas bélicas, asustan: flechazo, conquista, fuego, ataque,
armas de seducción. El lenguaje nunca es casual; aquí revela, bajo el barniz
poético, un subterráneo afán de dominio. Nos inclina a imaginar las relaciones
como batallas donde alguien vence si otra persona cae rendida. Para querernos
mejor, dejemos de idealizar la lógica guerrera de estos juegos de poder. Según
el mito, los dioses Zeus y Poseidón enloquecieron de amor por la divinidad
marina Tetis. Para halagar sus oídos, ambos prometieron luchar por ella hasta
la extenuación. Pero entonces un oráculo anunció que el hijo de Tetis sería
mucho más poderoso que su padre y la pasión de los dos enamorados se enfrió de
golpe. Como ninguno de los vanidosos habitantes del Olimpo estaba dispuesto a
emparejarse con la hija del Océano a ese precio, decidieron buscar un padre
humano para la criatura. Eligieron a Peleo y le sugirieron que poseyera a la
diosa marina por la fuerza. En efecto, la esperó en una cueva y se abalanzó
sobre ella. Tetis se transformó en tigresa, leona, serpiente, pájaro y sepia, pero no consiguió escapar a su
mano de hierro, y meses más tarde dio a
luz al famoso héroe Aquiles. Cuenta la leyenda que ella abandonó a Zeus,
Poseidón y Peleo, harta de esos tres cazadores que confundían amar con estar al
mando.
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