sábado, 26 de enero de 2019

1706 (S 26/1/19) Fantasmas del siglo XX

El siglo XXI se describirá por los rasgos que lo identifiquen, pero entre ellos, hoy por hoy, despuntan dos: uno, haber superado los males que nos deparó el siglo XX tales como las fronteras nacionales, las banderas excluyentes, las religiones monoteístas, la abducción familiar de la mujer, los regímenes autoritarios… y dos, la recuperación de dichos males del susodicho siglo XX pero ahora con descaro, “sin complejos”, con fanáticos nacionalismos y cierres de fronteras, como un dragón hecatónquiro que se revuelve con sus cien brazos en las memorias de tiempos que creíamos superados, en una vuelta atrás que sólo aceptaríamos para tomar carrerilla y dar por fin el salto a una sociedad igualitaria, con la mujer emancipada y una diversidad cultural que asegure.
      Pues en efecto vemos por doquier, en los países del este de Europa o en América del Sur y del Norte, una vuelta melancólica a nacionalismos excluyentes, fronteras xenofóbicas, gobernantes autoritarios y religiones fanáticas que exigen devolver a la mujer a la cocina de su hogar y permiten explotar a los más débiles, “porque esa es la verdadera ley natural”, al tiempo que los conflictos y la violencia estallan por doquier poniendo en peligro el planeta en que vivimos, comenzando por el calentamiento global .
      Un ejemplo de todo ello es los nuevos USA, America first, make America great again, que nos recuerda los tiempos de Kissinger bajo el eslogan de América para los americanos (y lo que no es América, también).
      Un ejemplo puntual de este análisis es la reacción dentro y fuera de Francia contra el reciente pacto de Aquisgrán con Alemania. En Aquisgrán residía el primer europeísta, Carlomagno. La firma del Tratado de Cooperación e Integración franco-alemán de 16 páginas del 22 de enero de 2019, setenta años después de la Segunda Guerra Mundial, ratifica la política franco-alemana del anterior de 6 páginas que firmaron De Gaulle y Adenauer en París en 1963. Si éste último de París fue el pacto de la reconciliación, el de ahora de Aquisgrán lo es de la convergencia, pues ambos, Francia y Alemania, han decidido apostar por un cambio de la política económica austérica, tan cruel como inútil, a otra de expansión y convergencia igualitaria.
      Pues bien, tanto desde fuera de sus fronteras, sobre todo desde Italia, como dentro de la misma Francia, se han elevado voces en contra de este acuerdo que favorece el bilingüismo en las dos provincias que fueron la espoleta de la Guerra, Alsacia y Lorena, y que ahora forman el core, el núcleo duro, la esencia del europeísmo, argumentando que Francia se somete a la soberanía alemana.
      Los partidos radicales franceses no han perdido la ocasión de invocar los fantasmas del pasado y los italianos azuzan a los “chalecos amarillos” para que se institucionalicen como partido político, en contra de Macron, y de Merkel también.
      Os lo podéis creer?

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