Cada vez que vemos a alguien
pasada una larga temporada, un latigazo nos estalla en pleno vientre al
comprobar cómo el Tiempo, cabrón, ha dejado su huella atroz, despiadada, en su
rostro desdentado casi irreconocible. Yo, al menos, no me reconozco en el
espejo. Y mira que me veo todos los días. Terminamos recordando al amigo más por
la voz que por sus gestos. Antonio, Lola, Asunción, Charo, Pepe Bodegas…, pero
cómo pueden haber cambiado tanto… en tan poco tiempo? Poco?
Despacio, pero sin pausa, como regodeándose
en las ruinas que va dejando a su paso, el Tiempo/Cronos/Saturno no presume de sus crímenes,
ni siquiera se percata. Aforismos no faltan: Tempus fugit; vulnerant omnes,
ultima necat, el tiempo huye, se nos escapa; todas (las horas) hieren, la
última mata. Esas son sus hazañas. Que no es poco. O de otro talante: siéntate a la puerta de tu casa y verás pasar el cadáver de tu enemigo. Tiempo al tiempo.
![]() |
Saturno/Cronos/Tiempo |
Yo
acuso al Tiempo como Gran Genocida y asesino en serie. Comparados con él, todos los demás criminales son
asesinos de chicha y nabo. Goya lo retrató como merecía, como un monstruo
devorando a sus propias criaturas que nacemos dentro de él.
Quizás el hecho de que seamos conflictivos,
violentos, hormigas enloquecidas dentro de nuestro planeta-hormiguero, se deba
a nuestro encierro dentro del Tiempo que nos tiene encadenados. El túnel del
tiempo, el estúpido relato de volver a vivir tiempos pasados, no son más que
infantiles pataleos que confirman nuestra impotencia ante su omnímodo poder.
Y no le basta con demostrar su dominio
dejando huellas claras de su paso sino que se ensaña en su tarea, sobre todo en
nuestros cuerpos cuyo deterioro no hay crema que lo tape. Las momias nos
sonríen de un modo siniestro desde ultratumba: el Destino, la Ananké, el Hado…,
o como quiera que lo llamemos, recordándonos descaradamente que aquí el que
manda es El.
Creíamos que el masoquismo era una
patología individual. No podíamos imaginar que un concepto, tan abstracto,
pudiera disfrutar con el daño que hace allí por donde transcurre. Aunque alguno
habrá, o muchos, que lo ven beneficioso, incluso benefactor, algo bueno tendrá,
con rasgos positivos: los ciclos, las primaveras, tralará larita… Pero yo, no. Yo,
hoy, no. Será que me pilla en horas bajas.
Nuestro proceso evolutivo ha sido, todo
él, un intento desesperado de someterlo a nuestro dominio, o al menos controlarlo. Pero lo más que hemos conseguido ha sido medirlo, con el reloj o con
el calendario, que sólo nos han servido para confirmar lo que ya sabíamos: que
es implacable, cruel, y que no hay quien lo pare.
En realidad el Tiempo no es ni bueno ni
malo, ni todo lo contrario. Estas valoraciones morales son antropocéntricas. Lo
que es horrible es su “paso”, la ruina que deja su baboso (o seco) transcurso
en nuestros cuerpos, nuestras vidas, nuestros sueños. Claro que eso, su paso
por nosotros, es precisamente el Tiempo. Y no podemos evitarlo.
A ver! alguien que lo pare!
No hay comentarios:
Publicar un comentario