En
relación con el eterno debate sobre mercado libre o regulado (“el mercado
os hará libres”, pregonan los liberales remedando a Juan Evangelista 8,32 que
dijo esto sobre la verdad, quizás para elevar el apotegma a un nivel
bíblico y dogmático) hoy nadie duda ya de la necesidad del mercado para crear riqueza. Pero la
discusión se da entre un mercado libre ("si no es libre no es mercado", dicen sus
partidarios) o regulado (para reprimir sus inevitables excesos y hacer posible
la redistribución de la riqueza). Un mercado libre, a su aire, repudia
cualquier intervención pública y reniega del Estado como de la peste.
"¿Huele a libertad la comida contaminada?" con motivo de la actual paralización de diversos
programas públicos, entre ellos los de la Administración de Alimentos y
Fármacos (FDA), que, entre otras cosas, intenta prevenir la contaminación
alimentaria mediante inspecciones rutinarias de mariscos, hortalizas, frutas y
otros alimentos. Estos controles reglamentarios se han interrumpido
drásticamente, siguiendo la vieja tradición conservadora, desde Milton
Friedman, que condena la existencia de la FDA por considerarla una injerencia
injustificada en el libre mercado:
“Si un partido (como el republicano en USA) afirma, año tras año,
que la Administración pública es el problema, no la solución, y después se
queja amargamente cuando la Administración deja de entregar los cheques, habría
que prestar atención. Y si ustedes tienen sus propias inclinaciones
libertarias, deberían preguntarse si les alegra lo que está ocurriendo al
desaparecer parcialmente el Gobierno (paralizado por Trump). Sabiendo
que los alimentos que están consumiendo ahora tienen más probabilidades que
antes de estar contaminados, ¿les huele esa posible contaminación a libertad?
Y sobre las dudas que
persisten en las instituciones europeas acerca de la necesidad urgente de
cambio de la política neoliberal económica europea a otra expansiva que palíe
las desigualdades que ha ocasionado la cruel política austérica actual, Krugman
escribe:
"La obsesión por el déficit fue profundamente destructiva en los años que siguieron a la crisis financiera mundial, y ayudó a los conservadores a imponer medidas de austeridad que retrasaron durante años la recuperación económica…/… Pero antes o después vendrá otra recesión, y una norma presupuestaria rígida no ayudará cuando eso suceda. Además, hay cosas en las que el Estado debería gastar dinero incluso cuando abunda el empleo: arreglar nuestras deterioradas infraestructuras y ayudar a los niños a obtener una educación, atención sanitaria y una nutrición adecuada. Dicho gasto tiene grandes compensaciones a largo plazo, incluso en términos puramente monetarios.…/… Aunque los votantes afirmen que les preocupa el déficit, prácticamente a ninguno le importa…/… Su verdadero objetivo no era limitar la Deuda pública sino reducir los programas sociales…/… Si bien la prudencia fiscal siempre es necesaria, el que los demócratas impongan una camisa de fuerza al gasto no parece una sana decisión.” (De Paul Krugman en su artículo semanal "¿Quién teme al déficit presupuestario?")
"La obsesión por el déficit fue profundamente destructiva en los años que siguieron a la crisis financiera mundial, y ayudó a los conservadores a imponer medidas de austeridad que retrasaron durante años la recuperación económica…/… Pero antes o después vendrá otra recesión, y una norma presupuestaria rígida no ayudará cuando eso suceda. Además, hay cosas en las que el Estado debería gastar dinero incluso cuando abunda el empleo: arreglar nuestras deterioradas infraestructuras y ayudar a los niños a obtener una educación, atención sanitaria y una nutrición adecuada. Dicho gasto tiene grandes compensaciones a largo plazo, incluso en términos puramente monetarios.…/… Aunque los votantes afirmen que les preocupa el déficit, prácticamente a ninguno le importa…/… Su verdadero objetivo no era limitar la Deuda pública sino reducir los programas sociales…/… Si bien la prudencia fiscal siempre es necesaria, el que los demócratas impongan una camisa de fuerza al gasto no parece una sana decisión.” (De Paul Krugman en su artículo semanal "¿Quién teme al déficit presupuestario?")
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P/S: Sobre la crisis de ideologías en política económica os sugiero que leáis un texto, "El Estómago", de David Trueba:
P/S: Sobre la crisis de ideologías en política económica os sugiero que leáis un texto, "El Estómago", de David Trueba:
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