Tahuantinsuyo: los suyos
(áreas administrativas, parcialidad, región) eran las cuatro grandes divisiones del
Imperio incaico, en las cuales estaban agrupados sus diversos huamanis
(provincias). Los cuatro suyos integrantes eran: Chinchaysuyo, al norte; Collasuyo el más
grande, al sur, junto al lago Titicaca; Contisuyo, al suroeste del
Cuzco, donde está hoy Arequipa, y Antisuyo, al este de Contisuyo, donde
se encuentra el Machu Pichu y el río Urubamba, lugar donde abunda la producción de hojas de coca.
Representación de las cuatro divisiones del Imperio incaico (o Tahuantinsuyu), que partían del Cuzco, la ciudad capital con forma de puma |
La civilización inca (o quechua) duró hasta el año 1532
en que los españoles “conquistaron” el Perú. Cuzco (“ombligo del mundo”, como Delfos lo era en Grecia), que está
declarado en la Constitución peruana como la capital histórica del país, y que estuvo
habitada desde hace 3.000 años, era el principal foco cultural y el eje del
culto religioso de los incas. La ciudad de Cuzco fue diseñada
como la sede del poder y se encontraba ubicada en un punto central estratégico
del imperio donde convergían los cuatro caminos que unían los suyos.
El
gobierno de los incas se caracterizó por el ejercicio de un poder
absoluto controlado por el Sapa Inca a través de una compleja red burocrática
que alcanzaba a todos los súbditos, si bien las tradiciones de los grupos
dominados se respetaron en el ámbito religioso, económico e
incluso político. Se trataba de un Estado en el que se mezclaron, de forma
original, instituciones y formas de gobierno "comunistas" con un
régimen monárquico apoyado en principios teocráticos. El soberano del
Tahuantinsuyu, cuya autoridad absoluta era acatada por sus súbditos con la
reverencia debida al hijo del Sol, era prácticamente el dueño de todas las
tierras del Imperio y de la fuerza de trabajo representada por la mayoritaria
población campesina. La monarquía era hereditaria, aunque no forzosamente la
sucesión tenía que recaer en el primogénito (el heredero era designado por el
soberano, pero antes tenía que ser reconocido como tal por la nobleza cuzqueña),
ni siquiera en uno de los hijos de la Coya, esposa del Sapa Inca, que a partir
de Pachacuti fue una de sus propias
hermanas.
La institución del matrimonio adelfogámico del soberano con su hermana obedeció, tal vez, al afán de revitalizar el mítico origen de los hijos del Sol, como descendientes de la primitiva pareja de hermanos-esposos Manco Capac y Mama Ocllo, sacralizando así la estirpe conquistadora. Pero mucho me temo que los humanos no imitamos a los dioses sino que, al revés, los configuramos a nuestra imagen y semejanza. Lo que sin duda desvela es el origen matrilineal de las primitivas sociedades “maternales” en todo el mundo, como revela el matrimonio del faraón egipcio con sus hermanas para poder legitimar su corona.
Lo que sigue es sólo apto para intuitivos y creativos. Analfabetos y académicos abstenerse. Algunos (o muchos) pueden considerarlo una provocación no apta para circunspectos y sensatos. Pero yo me lo creo:
La institución del matrimonio adelfogámico del soberano con su hermana obedeció, tal vez, al afán de revitalizar el mítico origen de los hijos del Sol, como descendientes de la primitiva pareja de hermanos-esposos Manco Capac y Mama Ocllo, sacralizando así la estirpe conquistadora. Pero mucho me temo que los humanos no imitamos a los dioses sino que, al revés, los configuramos a nuestra imagen y semejanza. Lo que sin duda desvela es el origen matrilineal de las primitivas sociedades “maternales” en todo el mundo, como revela el matrimonio del faraón egipcio con sus hermanas para poder legitimar su corona.
Lo que sigue es sólo apto para intuitivos y creativos. Analfabetos y académicos abstenerse. Algunos (o muchos) pueden considerarlo una provocación no apta para circunspectos y sensatos. Pero yo me lo creo:
La sorprendente e inevitable asociación de las
pirámides incas, mayas y aztecas con las egipcias que se iniciaron en el
segundo milenio a.d.n.e. nos permiten la osadía de entenderlo por la difusión
cultural que hizo posible, por ejemplo, la extensión agro-pecuaria mesopotámica
hacia el este y el oeste, a una velocidad de un kilómetro por año (del 6.000 al
3.000: 3.000 años para llegar hasta China a 3.000 km. y otros 3.000 para llegar
a España, a 3.000 km. también), o sea, casi 3 mt./día, velocidad de difusión de las ideas que nos atrevemos a
calificar de supersónica para los tiempos neolíticos que corrían. El bloqueo del estrecho de
Bering impidió que llegaran a América los inventos mesopotámicos a partir de
esa fecha, tales como la rueda, el hierro, el arco de medio punto…, etc. Corte
demasiado brusco como para impedirnos especular con la hipótesis de la difusión
cultural, por más que la distancia entre Babilonia y Cuzco fuera inmensa y los
espacios intermedios estuvieran vacíos. No hacía falta ir corriendo con los
planos de las pirámides egipcias bajo el brazo: por un lado debían tener clara
la idea del enterramiento del cadáver-semilla en el vientre de la madre tierra cuyos
huesos son las piedras, para que la tribu pudiera re-generarse, reproducirse, pura supervivencia, y por el otro bastaba
con transmitir la información de las tribus del oeste a las contiguas por el
este, al igual que en el fútbol no hay que correr con el balón por todo el
campo sino más bien centrarlo a un compañero adelantado que remate la jugada. (Lo dije, puf!)
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