Acaban de
entrar en vigor las nuevas normas de
Miguel Díaz-Canel reguladoras del trabajo no estatal que cancelan
restricciones tales como un máximo de 50 sillas por paladar. Una silla más y el empresario de la paladar (restaurante) podría hacerse rico, y para eso no se hizo la
revolución cubana, carajo, de aquí a la victoria siempre! Por esta hazaña, Díaz
Canel pasará a la historia de Cuba como el gran reformador de la Nueva Economía.
En 2010 había 157.000 autónomos; hoy son
589.000, el 13% de los ocupados. Si permiten realizar trabajos por cuenta
propia alguno habrá que se anime a montar una granja de gallinas. Y entonces
los cubanos podrán comer huevos. Otra hazaña, lo veis?
La
iniciativa privada estaba mal vista. En realidad toda la población cubana eran funcionarios
pues trabajaban para el Estado. “Así se explica la desidia, la ineficacia, la
indolencia del trabajador-funcionario que tiene asegurados sus (por lo demás
escasos) ingresos cualquiera que sea su productividad (término capitalista!) en
el trabajo. Y por eso faltan los ingredientes para cocinar, la nevera no
funciona, el servicio es deficiente, etc., al faltar el lucro como motor y
motivo de toda actividad económica. Suena muy bien decir que el altruismo o la
prestación de servicios por el interés general debe ser una motivación más
fuerte que el egoísmo, bravísimo! pero ese voluntarismo no lleva a nada, y
mucho menos a la eficacia en la economía, pues contradice a la naturaleza del
animal humano, con estos bueyes aramos”. Estas notas las escribí en mi novela
Andrómeda Cubana al regreso de mi viaje a la isla del Caribe en noviembre
2005/enero 2006.
Guantanameraaa….,
guajira guan-tanamera…
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